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Isabella.

—Arturo déjanos solos por favor—pido.

Él me lanza una mirada de: ¿Estás segura?

A lo que asiento.

Me quedo con él a solas, eso es lo que él quería.

Estuve averiguando que se le podría dar un indulto si él colabora con nosotros.

Tendría que volverse por un tiempo un "agente especial" hasta que se capture al delincuente.

—Te ves genial en uniforme—me ve de arriba a abajo, puedo ver como se muerde un poco el labio.

—Bien—ruedo los ojos—tengo unas preguntas para ti.

Tomo asiento.

No quiero dejarle caer la propuesta de golpe. No es lo ideal.

—pregúntame lo que sea—sonríe.

—¿Dónde escondiste el cuerpo de Erik Mardonas?—lo veo tensarse.

—Yo no lo escondí—habla despacio.—Le pagé a Alguien para que lo sacara.

—¿no te encargaste del cadáver?.

—Ya lo dije, no lo hice.—esta vez es el quién pone los ojos en blanco.

—¿Entonces como estás seguro de que está muerto.?—tengo que confirmar que esté muerto, tiene que estarlo, o de lo contrario me tendré que manchar las manos, y no creo que me sienta culpable por ello.

—Porque yo lo vi retorcerse por mis golpes, luego de eso le disparé en la maldita cabeza, así que es imposible que esté vivo.—la intensidad de su mirada me empieza a incomodar.

Bien.

No tiene caso seguir con esto, iré directamente a lo que le quiero decir.

—te tengo una propuesta.—comento.

—Lo que sea cariño.—me guiña un ojo con una sonrisa en la cara.

—estamos dispuestos a ofrecerte un indulto, a cambio nos tienes que ayudar a atrapar a Massimo, el capo Irlandés, y a todos sus trabajadores.—veo como su sonrisa se desvanece.

—No puedo, no, cariño no puedo hacer eso—Un brillo en sus ojos me da a entender de que oculta algo.

—¿Por qué?—pregunto—¿acaso escondes algo, o trabajas para él?

—Bien sabes que yo no trabajo para nadie más que para mí, simplemente no puedo hacerlo, hay mucho en juego—Hace una pausa—Te amo pero...

—Exactamente por eso, ¿Me amas? Demuéstralo, ayúdame, esto es importante para mí.—le pido, esperando que acepte ayudarme, una lágrima sin sentido rueda por mi mejilla.

Quizás verlo me hace mal, no debería hacerlo.

No sé en que momento logra romper las esposas, quizás subestime su fuerza.

Ahora se encuentra cerca de mi, puedo ver como el guardia se acerca, pero les hago una seña a que se detengan.

Adam se frota las muñecas, por las esposas, sin embargo, no despega su mirada de mí.

Lleva su mano a mi cara, y limpia mi lágrima.

—Nunca dudes de que te amo, dije muchas estupideces hace cinco años, pero te juro que nada de lo que salía de mi boca era cierto.—toma mi mano y la pone en su pecho—¿Sientes lo acelerado que está?

Asiento.

—Es por ti, solo por ti.—Suspira.

Cuando intento quitar mi mano, él me lo impide, mantiene mi mano en su pecho.

—No me quites tu tacto por favor...—Ruega—No sé cuando te vuelva a ver o a sentir tu cercanía, si voy a prisión.

—¿No quieres ser libre?—lo analizo.

Él no hace nada más que pestañear, no lo piensa mucho y habla.

—De nada me sirve ser libre si no te tengo a ti.—contesta.

—Me puedes tener, si me ayudas.—nunca me ha gustado manipular a las personas, pero estas son medidas desesperadas.

Mi boca queda amarga por la mentira.

—Solo déjame entrar a tu vida de nuevo—se lleva mi mano a su boca y deposita un beso—déjame enmendar mis errores, pero a mi manera cariño, por favor, dame una oportunidad de amarte, de ayudarte a mi manera.

Suspiro.

Son muy lindas sus palabras, pero no me sirven, no se a que ayuda se refiere, pero estoy segura de que no me servirá para atrapar a Massimo.

—Guardia, llévenselo.—sus palabras me ablandaron, pero no me quitaron a mi objetivo de la mira.

Estoy segura de que algo oculta Adam, y ese algo debe estar relacionado con Massimo.

Notaa: holaaa les dejo estó aquí y me voyy♡

Sin editar.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora