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Isabella.

1 semana después.

Dolor.

Panico.

Terror.

Eso es lo que siento en esta ciudad.

Por eso tengo mis cosas listas.

Me largo.

Me vale mierda no tener donde irme.

Tengo unos ahorros y un boleto de avión.

Mandé la carta de renuncia.

Todo está listo.

Nueva vida.

No me pienso matar.

He querido, pero no lo aré.

Salí viva de esto.

Tengo que seguir viva por muy doloroso que sea.

Tengo que hacerlo si o sí.

Tengo planeado irme a Chile. Mi verdadero país.

Sé hablar español, aún recuerdo cómo hacerlo.

Dicen que es lindo ese país, y sé que ahí nadie me va a encontrar.

《Ja, y quien te va a ir a buscar, ¿un fantasma?》

Buen punto.

Pero bueno, confío que mi país me dará tranquilidad.

Podre conseguir trabajo en cualquier cosa. Lo sé porque confío en que las puertas se me abrirán, después de un mal momento, ¿vendrán los buenos?
Eso espero.

Ya estoy en el aeropuerto.

Necesito salir de este país, porque estando aquí recuerdo todo lo malo, por eso antes de hacer una locura decidí irme.

Intento distraer mi mente para no pensar en lo que me han hecho.

No quiero pensar en mi marca.

No quiero soñar despierta y gritar de la nada...
Por eso me dedico a leer en mi celular.

Busco cualquier noticia larga y me pongo a leer.

Adam.

Mi hermano salió del coma, quedó con las costillas fracturadas, el hombro dislocado, y una pierna rota.

Por suerte no sufrió golpes en la cabeza.

Cosa que podría haber sido fatal.

Me he ausentado al trabajo en estos días. Porque he estado planeando mi venganza.

Puedo hacer lo que quiera. Dejé a mi hermano con protección, y puedo vengarme como quiera.

Primero le quitaré a Mariana, lo que más quiere.

A su hermano.

Erik.

Contrate a alguien para que lo siguiera, por eso sé exactamente donde está ahora.

Y por eso lo estoy siguiendo.

Se metió a un bar de mala muerte.

Lo sigo, para mi sorpresa sale de inmediato por la puerta trasera, a un callejón.

Está comprando mierdas para meterse, lo sé porque lo veo desde aquí.
En estos días me conseguí un arma por si se hace muy difícil matarlo a golpes.

Cuando el vendedor se va, me quedo a solas con el desgraciado.

—por fin te encuentro—él se asusta con mi voz, pero cuando se da vuelta me dedica una asquerosa sonrisa.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora