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Arturo.

Joder.

La han visto salir con un tipo, no me lo creí hasta que yo mismo la vi. Las cámaras mostraban su clara imagen. Lo único que me dejo un poco conforme es que estaba bien.

Pero al ver quien era el tipo que sale en el video. Me quede con el alma en un hilo.

Para mi suerte sé donde se puede localizar, pero no creo que sigan en el lugar que sospechó. Ya que estas personas saben muy bien como desaparecer.

Con el peso de mi alma marco el número de Adam.

—Oye, tengo una pista—hablo antes de que diga una sola palabra.—tengo una dirección. En veinte minutos, en la plaza central, trae a tus hombres.

Sin más cuelgo.

Me preparo mentalmente para lo que sea que vaya a encontrar.

Me sé dé memoria el lugar de la mansión. Claro que me se la ubicación. Porque era mi casa. Esa era mi casa antes de que esos monstruos se la adueñaran.

Hijos de puta.

Hay uno en particular, que es el creador del mal. Cuando él está en un lugar, es porque habrá destrucción.

Antes de que pasen los veinte minutos acordados, ya estamos en la plaza central. Llegamos casi al mismo tiempo.

—Vamos, no hay tiempo que perder.—le hago una seña para que se acerque a mi auto.

—No, el mío es más rápido, tú únicamente guíame.—ruedo los ojos antes de seguirlo al auto.

Como sea.

No hay tiempo que perder.

Isabella.

Que.

Está.

Pasando.

Me despierto con un dolor en la garganta, me acuerdo de todo.

Ese hombre.

Ese hombre me quería matar.

Me estaba asfixiando.

Joder.

—¿Estás bien?—me sobresalto.

—no entiendo ni muerda que está pasando.—contesto por inercia.

—tenemos que hablar.—suspira—la historia es compleja. Pero merece la pena escucharla.

—Adelante, te escucho.—lo miro atentamente.

—hace aproximadamente unos 28 años nació una chica, era una bebé hermosa y risueña. Pero de un día para otro ella tuvo un supuesto paro respiratorio, el padre se encargó de todo.—suspira—el funeral fue muy extraño.

—¿por qué me cuentas esto?—pregunto.

—el tema es que hace un par de años, se supo que esa bebé de la que te conté, no murió, solo callo en las crueles manos del padre, que se encargó de abandonarla en medio de la nada.—las lágrimas le caen—adivina quien es el hombre que te estaba dañando anoche...

—no lo sé, si supiera ya lo habría dicho, a ese señor nunca lo vi en mi vida, jamás le hice nada—explico.

—espera...

Las cosas se conectan. Voy entendiendo las cosas.

Si no me equivoco...

—¿E-él es?—lo miro directamente a los ojos.

—así es, él es nuestro padre, hermanita.—acerca su pulgar a mi mejilla para limpiar una lágrima traicionera.

—¿Qué?—pregunto perpleja.

no me lo creo.

No, esto es únicamente una broma. Yo soy hija única.

Él no es mi padre.

No lo es.

No tengo hermano.

No.

Después de unos segundos de aturdimiento. Se desata el caos.

Se escucha una pequeña explosión. Y luego unos disparos empiezan a zumbar en toda la casa.

—El bastardo de tu hermano no te contó toda la historia—el viejo de la noche anterior se encuentra aquí.

Está parado en la puerta.

Con un arma en mano.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora