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Adam.

5 años de tortura.

Preocupación.

Llanto.

Mala vida.

Trabajo.

En eso se ha resumido mi vida estos ultimos cinco años.

Hace cinco años mate a la primera persona. La persona que daño a dos personas que quiero. Mi hermano y mi...

A Isabella.

Es mi culpa, jamás quise formalizar nada, no quería, y no sé por qué, quizá fue por miedo o inmadurez.

No lo sé.

Me duele no haber tenido más tiempo con ella. La perdí, y es mi culpa.

No sé que hacer para recuperarla, o siquiera verla otra vez.

Ahora entendí la famosa frase: no hay peor pecado que provocar lágrimas en una cara, que te ha dado las mejores sonrisas.

Totalmente cierto, ella me dio muchos buenos momentos. Y yo solo le di más dolor de lo que ya sentía.

Eso es lo que no me deja dormir por las noches. La culpabilidad.

Soy culpable, soy pecador por haber hecho llorar a mi persona especial.

Ella me hizo reír, y yo solo le regalé angustia, pena.

La busqué por cielo mar y tierra, pero no la encuentré, hasta el día de hoy la sigo buscando. Cuando salgo a caminar me la imagino a mi lado, o la veo en personas desconocidas.

Un mal pensamiento a veces me inunda. A veces pienso que ella ya no vive, que todo fue demasiado para ella.

Pero luego recuerdo esos meses que logré "conocerla" por así decirlo, ella no se daría por vencida.

No.

Ella no lo haría.

Paso días y noches pensando en el dolor que sintió, eso es lo que ocupa mi mente la mayor parte del día.

Mi trabajo es una "salida" que despeja unas horas mis pensamientos por Isabella.

Por eso, no salgo de mi oficina a menudo, no he tenido ninguna otra mujer, no me interesan.

Mariana se dio a la fuga desde que le maté al hermano, desde ahí me libré de su asquerosa presencia.

Isabella.

Estamos detrás de un auto. Evitando las balas. El tiroteo hace que me duela la cabeza.

Meneo mi cabeza evitando que los malos pensamientos vuelva.

Cuando llegamos había sangre, tuvimos que llamar refuerzos pero no llegan.

Estamos nosotros dos contra dos pandillas, los malditos decidieron "unirse" para acabar con nosotros.

A lo lejos escucho.

—¡Salgan de su escondite Tiras culiaos!—grita uno.

—prepárate—Informa Arturo—tendré que salir, tú me cubres.

—No, Tú tienes que cubrirme a mí, para mí será más fácil llegar al otro lado, soy más pequeña que tú, y soy más ágil.—reviso la zona.

—Está bien, con cuidado Isabella.—advierte.

Asiento y salgo de mi escondite.

A punta de disparos, me traslado rápido al otro extremo.

Luego me acerco cuidadosamente al tipo que me está dando la espalda.

Es perfecto.

Sin que se escuchen mis pasos logro llegar a él.

—Baja la puta pistola—le pongo la pistola en la nuca.

—Perra culia...—se queja, pero termina levantar las manos, y soltar la pistola.

Bien.

Le ordeno que se ponga de pie sin quitar el arma de su nuca.

Cuando ya está de pie, salgo con él al medio del tiroteo.

Según me enteré, él es el que lidera una de las pandillas. Apenas ven a su "jefe" dejan de disparar.

—¡Dejen sus pistolas en el suelo si no quieren que deje a su jefe como colador!—grito.

Al instante veo como llega Arturo a mi lado.

—justo a tiempo—informa Arturo, señalando con la cabeza las patrullas.

Empiezo a ver como mis compañeros comienzan a esposar a los demás.

—ponle las esposas—le digo a Arturo, sin dejar de apuntarle al tipo de la pandilla.

Él hace lo que le digo, y luego empezamos a guiar a tropezones al delincuente.

—Los mataré de la peor forma que se puedan imaginar, no saben con quién se están metiendo hijos de puta.—amenaza esperando a que nos dé miedo.

—A mí no me da miedo la muerte, pendejo—levando mi arma para noquearlo.

Pero el delincuente grita.

—¡Ahora!—Desde ahí la cosa se complica.

El tipo aprovechó que estaba un poco distraída para pegarme con su codo en él estomaga y dejarme sin arma.

Sin embargo, yo me recompongo rápido y le rodeo el cuello con el brazo cortándole la respiración.

Arturo está controlando a otro tipo de una pandilla que está haciendo disturbio también.

Mi oponente se las arregla para dejarme en el suelo, él queda encima de mí, apretándome el cuello con sus manos esposadas.

El pánico empieza a aparecer en mí, la desesperación de quedarme sin aire es tanta que no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.

Intentando calmar mi pánico, le pego una patada en la entrepierna.

Cosa que lo deja a él en desventaja.

Él queda en el suelo mirando a otro lado asiente.

Yo ya de pie empiezo a acercarme a él, pero el sonido de una bala me deja perdida.

Más bien, adolorida.

Nota: les dejo esto por aquí

En la jerga popular chilena está instalado hace años la denominación informal de "Rati" o "Tira" para hacer mención de los detectives de la Policía de Investigaciones

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora