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Adam

Cuando llego al edificio veo que mi nueva asistente ya esta acá, y es bien raro porque aún no debería estar aquí. Ella apenas me ve, se acerca con una sonrisa.

—Hola jefe—Me saluda, y me entrega un café—Le traje esto, espero le guste.
Acepto el café solo porque es muy temprano.

Cuando me pasó el café, pasamos a llevar nuestras manos, cosa que la dejó estática, su mirada me reconoce, está sorprendida, o asustada no lo sé.
Pienso que me dirá algo al respecto.

Pero no lo hace, nada más se limita a quedar inexpresiva y marcharse a su lugar, que le alcancé a mostrar ayer antes de salir de urgencia.

El tema del sueldo lo veré por correo, considero que entre menos contacto o interacción entre los dos es mejor.

Ya que, como me reconoció, van a venir las preguntas y el drama de mujer, sinceramente no tengo paciencia ni tiempo para dramatismo. Con el de Mariana es suficiente.

Nada más quiero terminar con todo rápido para volver a mi vida nocturna con tranquilidad.

Claro esta que con mi apellido, jamás estuve en una relación, y sinceramente espero no tenerla.

No me da miedo la soledad en la vejez, a veces la anhelo, y ni siquiera soy viejo. Siento que lo único que me impedirá estar solamente es mi polla con mente propia.

Me quedo en mi oficina, los mensajes que llegan a mi correo personal cada vez aumentan, y sé la razón, es porque siempre que tengo citas o más bien salgo a clubs, doy mi correo, jamás me ha gustado darle mi número personal a personas que probablemente veré únicamente una vez, más bien solo una noche.

Veo el café en el escritorio, no sé si probarlo, la verdad siento que estará con demasiada azúcar, bueno digamos que no soy fan de las cosas dulces, más bien me produce dolor de cabeza los olores y sabores dulces.

Pero me arriesgo, en un acto valiente le pego un sorbo, y quedo sorprendido.
No es dulce, es…

Es perfecto.

Aparte no se dé qué cafetería será, pero está demasiado bueno.

Dejando de lado el café, me pongo a contestar correos del trabajo. Tengo que enviar un correo de confirmación de nueva junta, ya que, tuve que cancelar la anterior por culpa de Mariana.

Isabella.

No sabía como se llamaba mi jefe hasta que Tyler, el chico de recepción me lo comento, la verdad es bastante agradable, hoy cuando llegue, él ya se encontraba acá, y empezamos a charlar de cosas triviales. Es bastante cómico.

Me agrada, es como Elena en cuerpo de hombre.

Luego cuando le entregue el café al jefe, mi cerebro reacciono, y recordé de donde vi esos ojos, recordé de donde lo "conozco"

Y aunque tengo mil dudas, del porqué un dueño de una empresa se metería a robar, me las guardo, es mejor así, no quiero perder el trabajo.

Por eso intentaré tener el menor contacto posible.

No soy tonta, sé reconocer los momentos en los que tengo que mantener mi boca cerrada.

Mi trabajo aquí es responder llamadas, agendar citas, y bueno, cosas de asistentes supongo.
Me vinieron a dejar hoy unos papeles que son importantes que memorice, tengo que memorizar el nombre de ciertas personas, y las funciones de la empresa.

En la planta en la que estoy trabajando ahora solo estoy yo, por ahora, me comento Tyler que la chica que trabajaba ahí, está en licencia por maternidad. Igualmente, quiero que el jefe me pida un café para ir a prepararlo a la segunda planta donde hay más personas.

Me muero por hacer amigos, o conocidos, básicamente alguien que me acompañe a los clubs los sábados.

Estos días el trabajo será más complicado, por la cosa de memorizar y trabajar al mismo tiempo, y también por el cambio a la hora de dormir, normalmente me dormía en la madrugada, muy irresponsable de mi parte.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora