Capítulo 52.1: Técnica especial. Fortaleza

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En aquel enorme palacio, el silencio y la calma eran aterradoramente infinitos. Cualquier ser se volvería loco en un lugar gran divinamente callado… pero él no.

Acostado en una alcoba digna de un dios, aquella figura disfrutaba del silencio mientras leía un libro. Todo iba de maravilla…

– ¡Ay, ay, ay…! ¡Mi mano…!

Hasta aquel grito.

Si hubiera sido uno no habría problema, pero fue uno tras otro… tras otro… tras otro.

Gritos de dolor, de un hombre joven, que habían seguido a un golpe seco por lo que era de suponer que estaban conectados; gritos provenientes de una única persona, que aquel acostado conocía muy bien.

Su paciencia terminó por agotarse; se levantó de un salto, dejó su libro, y salió por la puerta. Caminó a paso pesado por los pasillos y corredores que conformaban la estructura de ese palacio, hasta llegar a lo que parecía una sala común: atravesando enormes portones de cristal y plata había un salón muy lujoso, de la realeza, entre lo que destacaba una mesa de cristal rota y hecha pedazos en el suelo, un hombre rubio joven de rodillas y sangre pintando las losetas platinadas.

Una escena que, de tal solo verla, se imaginó por completo que había pasado. Tan solo verlo le provocó dar su orden directamente:

– ¡Ya cállate!

Aquel era Poseidón; en ese momento un muchacho rubio de buena cara pero mal carácter, quién eones después sería el Tirano de los Mares.

A quién le estaba hablando era su hermano menor, otro rubio que más adelante sería el líder de todos los dioses: Zeus. Éste se irguió a mirarlo, con una mano llena de astillas y roja por la hinchazón y la sangre.

– Ayuda, hermanito… – sin importarle perder dignidad, se acercó suplicante a su mayor – Me emocioné y rompí la mesa, y me duele mucho--

– ¿Y eso qué? – pero conocer la razón no cambiaría el punto de vista del "Zeus Enalios" – Dije que te calles.

– ¡Ayúdeme!

– ¡No te acerques!

Así era la relación entre los menores de los 4 Olímpicos; Poseidón muy indiferente y con mal genio, y aún así Zeus siempre acudía a él por ser él más cercano en edad. El rubio herido se abalanzó a su mayor buscando cura o al menos consuelo, pero éste respondió evadiendo a gran velocidad todos sus intentos.

– ¡Por favor, hermanito! ¡Haré todo lo que quieras!

– ¡Quiero que te calles, y no me toques!

Pocos momentos después, llegó el rescate de Zeus:

– ¡Disculpa la demora, hermano!

Eran los otros 2 hermanos.

El primogénito de los hijos de Cronos y próximo rey del Inframundo: Hades. Acompañado del dios que, ahora cargaba una maleta tipo botiquín y próximo dios de la conquista: Adamas.

– ¡Ya llegamos con las medicinas…! – Hades fue el primero en atender a Zeus – Espero sean suficientes.

– ¡No necesitábamos tanto! – exclamó Adamas con toque burlón – Solo unas pastillas, vendas… ¡Y un ataúd con tu tamaño y nombre!

Tal broma asustó genuinamente a Zeus, que se demostró al aumentar sus lágrimas; buscó consuelo en Poseidón pero éste lo esquivó, al tiempo que Hades golpeó a Adamas.

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora