Capítulo 76: ¿Bendición o maldición?

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Esto es… No… ¡No puedo creerlo…! Chang'E recibió… recibió el ataque más poderoso que Dzivaguru haya hecho… Y ha… Ha salido…

» ¡Salió completamente intacta!

Tanto los ojos de Heimdall como de todos los espectadores divinos y humanos estallaron de sorpresa ante el resultado; el primer ataque de los dioses dio en el blanco y fue en vano.

– ¿Qué está pasando? – la que más quería respuestas al respecto era Amaterasu.

La diosa se levantó de su asiento y fue a tomar agresivamente el rostro del Emperador de Jade, que también tenía cara de disgusto aunque parecía más frustrado.

– ¿¡Lo sabías!?

– S-Si… Se lo dije, mi señora: su leyenda es muy real, yo mismo lo confirmé. Por eso está entre nuestros luchadores--

– ¡Estaba! – Amaterasu lanzó al Emperador de Jade, aplastándole la cara contra el suelo – ¡Ahora tenemos que deshacernos de esa maldita desgraciada!

El calor de sus brasas acabó por destruir más la zona entre las gradas donde se encontraba, llevándose también consigo el nuevo asiento que le habían traído los yokai.

– ¡Mi señora…!

Los Emperadores de antaño sonrieron y aplaudieron con todas sus fuerzas, atrayendo la atención de todos los espectadores de su lado.

– ¡Magnífico y sublime! ¡Hermoso y encantador!

– ¡Justo como esperábamos del mejor arquera de los Cielos! ¡Nada que ver el uno con el otro, pero a quién le importa!

– ¡Las leyendas siempre fueron ciertas! ¡Nuestra chica es la mujer inmortal entre toda la existencia!

– ¡La más fuerte y muslona de los Cielos!

Aquellos cumplidos se convirtieron poco a poco en piropos que los emperadores soltaban de forma desconsiderada, provocando un gran disgusto entre los espectadores.

– ¿Así que esa es la respuesta de los primeros emperadores de antaño…? No esperaba menos, a decir verdad.

Entre los humanos chinos, otro gobernante iba cargado con túnicas y ropajes menos ostentosos, sostenido sobre un humilde colchón y atendido por un par de doncellas de aspecto y cuerpo jóvenes.

Se trataba de Si Wen Ming, más conocido como Yu el Grande, el emperador que salvó a China del castigo divino e inauguró la era de los hombres. El emperador miró a la diosa de la luna, con ojos severos pero también compasivos.

– ¡Es un honor poder servirle, Majestad! – en un momento de silencio, las doncellas dieron un paso adelante para arrodillarse ante Yu el Grande.

– ¡Salvó a nuestra nación, y permitió a los hombres tomar su propio destino! ¡Se lo agradecemos!

– … Claro que no… – Yu el Grande sacudió la cabeza en un santiamén, provocando la sorpresa de ambas mujeres – Hice mi parte, pero no lo hice todo…

» Para empezar, si quieren agradecer el propio destino de China, deben hacerlo a Qin Shi Huang, que unificó toda China y derrotó a ese demonio que, en mi época, no era tan arrogante ni molesto…

» Para concluir, si quieres agradecen la salvación de toda China… Diríjanse a Chang'E, la diosa de la Luna. Ella nos salvó a todos.

– Pero… – intervino una de las criadas – ¡Fue usted quien construyó los canales para evitar la inundación de toda China!

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora