Capítulo 56.1: Luz en el Olimpo

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– … ¿¡Ehhhhhh…!?

Los rostros de los dioses cambiaron; de emoción y sonrisas seguras, a bocas aciertas en asombro e incredulidad.

La situación había cambiado en un instante que nadie pudo ver: Ng Mui de pie, apenas viva y haciendo la petición suicida a Zeus de usar su ataque final de nuevo, aunque haberlo recibido la había dejado casi muerta. El dios griego aceptó su petición y arrojó su golpe, dando la expectativa que todo habría terminado...

Pero no fue así. A continuación, todos vieron a Zeus en el suelo casi rebanado por la mitad, Ng Mui de pie de nuevo, bañada en sus propias heridas y en una armadura nueva y… las manos cubiertas de sangre.

Nadie sabía cómo pasó, pero todos sabían la respuesta:

¡Ng Mui logró… logró derrotar a Zeus-sama! – el nórdico Heimdall parpadeó un par de veces, asustado y sorprendido – ¡Ahora se levanta frente al Padre del Cosmos… cubierto de heridas!

Los dioses en el palco griego estaba atónitos.

– ¡Padre--! – Ares se llevó las manos a la boca – ¡No puede ser! ¡Está… rebanado y… su ojo… No veo su ojo…!

Incluso Hermes fue incapaz de hablar: ninguna pelea que tuvo, ni siquiera contra Adán, le había dejado en ese terrible estado. Era muy impactante incluso para el mensajero del Olimpo.

Hades solo pudo quedarse en silencio con la mirada baja, en especial por la reacción de Atenea: por sus comentarios esperaba una respuesta fuera de lo normal, como una sonrisa o exclamaciones, pero no fue así…

Atenea tenía el rostro en blanco, con los ojos muy abiertos, y apenas movía los labios.

M-Mi papá… está… está…

La sangre del dios comenzó a fluir ante la lluvia del campo de batalla, así como el cuerpo de Ng Mui quien también respiró hondo dejando fluir nubes de vapor al aire; en medio de ese espacio se hicieron presentes los gritos de la humanidad.

– ¡Qué bien! ¡Ng Mui ganó el combate!

– ¡Sabía que lo podría hacer!

– ¡La venganza de Adán está completa!

– ¡Qué… cosa más genial! – Pak Mei apretó los puños con una gran sonrisa – ¡No sé qué carajos ocurrió, pero eso fue jodidamente genial!

– ¡Oye, respeta el código budista! ¡Sin malas palabras! – Chi Shin le dio un golpe a la cabeza de su amigo al instante.

Mui Hin quedó en silencio y sonrojado por la emoción de la victoria, pero… también rojo por ver la nueva armadura de la humana que, concentrada en brazos y piernas, dejaba al descubierto su sangriento pero trabajado cuerpo femenino.

– Ella… es tan… ¡Gloriosa! ¡Qué cuerpo tan definido, musculoso pero hermoso! ¡Cómo una diosa-- No! ¡Ninguna diosa aquí presente se puede comparar con ella!

» ¡Tan sublime y hermosa que eres! ¡Me he vuelto a enamorar de ti, Ng Mui Daai Si!

En Yim Wing-chun, la sorpresa se esfumó tras los comentarios exagerados de Mui Hin.

– Cómo sea… – se cruzó de brazos y bufó molesta – Ni lo es tanto. Yo lo soy más… ¿No crees, Fung?

Pero Fung también estaba mirando a la mujer: habían pasado muchos años desde que había visto su cuerpo, lo que le hizo agitar sus sentimientos; aunque eso le molestó, Yim aprovechó el momento.

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora