Capítulo 58.1: Lo siento... (Parte 1)

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– Papi… papi

En la antigua China, un poblado fue arremetido por una lluvia tormentosa; en una pequeña casa, una niña fue despertada al sonar de un trueno. Un evento que, en cuanto su sonido rugía y su brillo resplandecía en instantes, le provocaba terror.

Emociones que la acorralaban a una única solución de escape: ir con su padre.

Salió de su propia habitación y entró en la de su padre, encontrándolo con una mano en la cabeza y el pecho y abdomen descubiertos; la pequeña ya estaba acostumbrada a verlo así. Corriendo y con ojos llorosos fue hasta él.

– ¡Papi…!

– ¿Hija…? – el hombre levantó la mirada para encontrarse con ella – ¿Qué te pasa…? ¿Los rayos te volvieron a despertar?

– ¡Si, papi! ¡Hicieron ruidos muy feos…! – la niña cruzó sus manos al frente con vergüenza, al tiempo que sus ojos comenzaban a estallar en lágrimas – ¡Me dan miedo!

– ¡No llores!

El hombre salió de la cama y caminó hasta su pequeña; se inclinó a su altura y con ambos brazos la tomó y envolvió para cargarla sobre su pecho; ella por su parte levantó los brazos y se aferró al cuello del hombre, con un segundo miedo desbloqueado.

– ¡No me sueltes, papi! ¡Me dan miedo las alturas!

– Todo está bien.

El hombre tomó asiento en su cama y recostó a la niña en su regazo; levantó su mano y extendió los dedos para jugar con la niña, tocándole los párpados, la punta de la nariz y los labios en una rutina dónde ella trataba de adivinar el siguiente lugar dónde tocaría. De inmediato la niña dejó sus temores y comenzó a seguir el juego, soltando una risa infantil que denotaba su nuevo entretenimiento.

– ¡Gracias papi! – la niña rió y dirigió sus brillantes ojos al hombre – ¡Siempre hacer que mis miedos se vayan! ¡Eres… Un héroe! ¡Mi héroe!

Él sonrió de lado y puso su mando sobre una mejilla de la pequeña para hacerla sonreír.

– El deber de un padre es cuidar la sonrisa de su hija… Siempre estaré a tu lado para ser tu héroe…

Los ojos azules de Adán y su sonrisa tan cálida y tranquila se iluminaron sobre la pequeña; esa fue la última imagen residual que la mente de Ng Mui pudo concebir y grabar en su totalidad, considerando el estado en que estaba

Los ojos azules de Adán y su sonrisa tan cálida y tranquila se iluminaron sobre la pequeña; esa fue la última imagen residual que la mente de Ng Mui pudo concebir y grabar en su totalidad, considerando el estado en que estaba…

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… Debido a su paro cardíaco autoprovocado.

Con el pecho destrozado y detenido, la humana se dirigió al suelo sin frenos; su rostro fue lo primero que impactó, provocándose un sangrado nasal y bucal, para después quedar tendida en el suelo. Sudando, temblando, y sufriendo en silencio…

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora