Capítulo 61: El informante

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Su mirada castaña oscura se abrió poco a poco, encontrando esa oscuridad que llenaba el lugar. Para ella era muy familiar esa sensación de oscuridad, soledad y vacío…

« ¿Eh? ¿Estoy meditando de nuevo…? »

Ng Mui volteó a los lados; la sensación física y emocional de ese lugar, era igual a las meditaciones que estuvo practicando toda su vida para alcanzar el estado de la iluminación.

Para ella no fue problema solo cerrar los ojos y dejarse llevar por la sensación, como si estuviera en otra de esas sesiones…

« Estoy en meditación, pero… ¿Por qué? ¿Por qué se supone que estoy meditando? ¿Qué fue lo último que hice…? »

Sin tener que pensarlo o siquiera desearlo su mente activó sus recuerdos: su vida desde que era pequeña en el monasterio shaolin, su crecimiento hasta ser una monje adulta y anciana que suspiró su vida en su cama, su ingreso ilegal al Valhalla tras haber golpeado a los Einherjers, su elección como quinta peleadora y la pelea feroz que sostuvo contra Zeus… Así como su derrota después de recibir de lleno el Puño que supera el tiempo junto con el rayo divino que destruyó su cuerpo y la sinestesia que destruyó su sistema nervioso…

Acabando con su vida. Eso último le asustó bastante, haciéndole abrir los ojos aunque no viera nada.

« ¿Qué? ¿Estoy muerta…? ¿¡Cómo!? »

Su cuerpo sintió caer como en un fondo abismo de fuerte gravedad, para segundos después volver a abrir sus ojos y encontrarse en una habitación de piedra, iluminada por antorchas, y ella misma acostada en una mesa de piedra…

Se sentó en un costado de la mesa para respirar agitada, volteando a su propio cuerpo: sus hombros, que habían sido perforados y quemados por el rayo divino de Zeus, intactos aunque con pequeñas masas de cicatrices lisas; el brazo izquierdo que había explotado ahora presente y sin heridas; su estómago liso sin agujeros, así como sus piernas; sus ojos completos y con vista perfecta, además que pasó la mano a su cabellera para encontrarla suelta, con una suavidad y esponjosidad que nunca había logrado antes.

Una vez que revisó y verificó su estado físico, completa a diferencia de cómo había quedado de su combate, se llevó ambas manos a las rodillas y la mirada al suelo. Sus ojos se sintieron pesados, y de repente el piso de piedra iluminado por las antorchas comenzó a mojarse por pequeñas gotas húmedas…

Gotas de lagrimeo.

– Y-Yo… Yo perdí. Perdí mi combate y… me perdí a mí misma… Perdóname, papá, por haber actuado así… Ahora debo vivir con este sentimiento… ¿O es que así es la muerte…?

Una puerta de piedra apareció en la pared frente suyo, que le hizo levantar la vista; por la misma se escucharon pisadas fuertes y decididas hasta que entró al recinto para hacer acto de presencia:

La primera hermana valkiria, Brunhilde. Ng Mui abrió los ojos sorprendida y consternada.

– ¿Eh…? ¿Pero qué…?

– Tú eres Ng Mui, ¿No es así? Mucho gusto… – se acercó a ella y le extendió su mano – Bienvenida al Nilfheim. Me llamo Brunhilde…

– ¡Tú…! – Ng Mui se levantó de un salto – ¡La valkiria que orquestó el primer Ragnarok para vencer a los dioses, consiguiendo la victoria aunque perdiera contra Bishamonten!

– Oh… Parece que ya me conoces. A decir verdad, yo también conozco mucho sobre ti… Consideré darte un lugar en el primer Ragnarok.

Los ojos de Ng Mui se abrieron en curiosidad emocionada y brillaron como estrellas; había vuelto su actitud risueña y delicada de la pequeña niña que solía tener.

Shuumatsu no Valkyrie - Last Ragnarok IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora