Capítulo 44

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SAMANTHA

No nos queda tanto tiempo para amar.


Uno de los mejores días que he tenido fue pasar el tiempo con estas dos personitas que adoro, fue todo una experiencia increíble, quiero volver arrepentirlo cuanto antes, si no estuviera al tanto que Alessandro es indispensable es su trabajo le diría que nos quedáramos un par de días más, sé que de igual manera no me los negaría si se lo pidiera pero estoy consciente que no puedo hacerle eso, tiene responsabilidades que atender y no quiero ser la causante de su mal comportamiento en la organización, así que no tenemos más opciones.

Estoy a punto de cerrar el zíper de la maleta de Aílana cuando un objeto no me deja hacerlo, inmediatamente me percato que es papel fotográfico, así que lo tomo, cuando le doy la vuelta mi campo de visión capta rápidamente a la mujer de la fotografía, es una mujer delgada, con su cabello rubio en una coleta, y un vestido negro como segunda piel, sentada en un sofá de forma distraída, probablemente no se dio cuenta que la fotografiaban, puedes verlo en su mirada pensativa mientras sus dedos rosan la copa que está sobre la mesa, sin necesidad de preguntar sé quién es, porque mis pensamientos me llevan a esa noche, nunca antes había visto una fotografía de ella, pero ahora que lo hago, puedo ver el parecido que hay entre ella y Aílana, es mucho, aunque el lugar de la fotografía se puede ver un poco oscuro sus ojos azules resaltan un poco, mostrándome el mismo tono de Aílana, así como también sus labios delgados, la única diferencia bastante notable es el color de su cabello.

Intento guardar nuevamente la fotografía pero mi curiosidad me gana y sigo viéndola como un scanner, esa noche que la vi fuera del hotel, si bien estaba noche y no podía  ver su rostro con completa claridad, recuerdo su silueta delgada y su sonrisa desquiciada, sus ojos oscuros a causa de la noche viéndome fijamente, pasando sus ojos desde mis pies hasta mi cabeza memorizándose todo de mi, era una mirada con mucho odio que nunca olvidare, aún recuerdo sus palabras a la perfección aunque he estado evitándolas por completo, así como la conversación que tengo pendiente con Alessandro, me digo que cuando regresemos a Italia será un buen lugar para hablar, aunque mi lado cobarde no quiere hacerlo, antes de poner la fotografía en su lugar Aílana habla, dándome un susto.—¿Qué haces Sam?—La guardó rápidamente donde la encontré.

—Terminando de empacar. —Cierro la maleta enseguida, comenzándome alejar de ella.

Aílana sigue viendo las fotografías que tome con la cámara que ella me dio, a estas alturas ya perdí la cuenta de cuántas veces las ha visto, y siempre que lo hace, lo hace con una sonrisa en el rostro.

Tomo la otra cámara de la mesita de noche, y luego me dirijo a la cama.

—Está es hermosa. —Me dice mostrándome una donde sale el coliseo, con turistas por doquier pero un increíble atardecer en tonos naranjas y amarillos detrás de este.

Le sonrió al verla, siempre repite cuáles son sus top diez, y el coliseo siempre es el que gana. —Me alegra saber que te gustaron. —Hablo mientras intento fotografiar a Zafiro.

—Quiero que sigas tomando más. —La niña de ojos azules está en la cama, boca abajo concentrada haciendo su trabajo.

—Claro.

—Ya regreso. —Se levanta de la cama saliendo de la habitación.

Entre más tiempo pasó con ella, me encariño más, y como no hacerlo, es tan inteligente, curiosa y parlanchina.

Me sorprendió saber que Antonella no vendría con ella, supongo que fue orden de Alessandro ya que la vez que fui al viñedo no salió nada bien.

Intente preparar la comida más saludable que pude, aunque en ocasiones Aílana no me lo permitía, y como era de esperarse Alessandro la apoyaba.

PROHIBIDO ENAMORARSE {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora