ALESSANDRO
El piano.
No ha hablado desde que salimos del almacén, no ha respondido a mis preguntas, pensé que cuando se lo confesara por lo menos huiría, me gritaría que no me acercara a ella pero no lo ha hecho. La saque del lugar para darle aire pero solo camino hacia el auto hasta subirse en el.
No sé qué mierda hacer, me sentiría mejor si por lo menos me gritara o llorara como una desquiciada pero tampoco lo hace.
El plan era mantenerme alejado de ella, ese era el maldito plan pero todo se vino abajo cuando la vi en el baile, bailando con Gabriel, él sintiéndose tan orgullo por tenerla en sus brazos, mi sangre hervía, ver, la manera en que ponía sus manos sobre su cuerpo, pensando que era de él, cuando en realidad la mujer que va sentada a mi lado es solo mía.
Madre se dio cuenta de la situación, quiso detenerme cuando me dirigí a la pista pero no lo logro. Cuando padre se reúna conmigo me echara en cara que diablos estoy haciendo.
Veo por encima de mi hombro y la pelirroja sigue estando en la misma posición, debe de estar en shock ¿pero si no sale de ese estado?
—Llévame al hospital. —Le ordenó a Guido.
—Si señor. —Habla mientras conduce.
Samantha toca mi brazo hablando por primera vez. —No, solo dame unos minutos. —Habla pero sin mirarme.
Dudoso cambio la orden. —llévanos a casa.
Media hora después estamos entrando al parqueo subterráneo. Estaciona el coche, abro la puerta dando la vuelta abriendo la puerta para que salga Samantha. — ¿Segura que estas bien?—Pero ella solo asiente.
Caminamos hacia la entrada del ascensor, coloco mi mano en la pequeña pantalla mientras introdujo un pequeño dígito. Las puertas de metal se abren y entramos junto con Guido.
Después de subir más de cuarenta pisos por fin llegamos, las puertas metálicas se abren dando directamente al Pent-house. Dándonos la bienvenida la sala de estar, asimismo las escaleras que llevan al segundo piso.
—Si padre llama, dile que me comunicaré con él lo más pronto posible. No me pases llamadas al menos que sean urgentes, dile a Massimo que se encargue del trabajo de ahora, por lo tanto tendremos que reunirnos mañana.
Guido asiente. — ¿algo más señor?
—No, puedes retirarte.
Este se da la vuelva regresando al ascensor.
Cuando las puertas se cierran me dirijo a Samantha. —Tienes que decir algo, no sé qué demonios estás pensando, y honestamente me estoy hartando. —Digo mientras aflojo el nudo de la corbata.
La tomo de la muñeca llevándola al sofá, se sienta haciendo contacto visual por primera vez desde que estábamos en el almacén.
—Los hombres de la galería ¿porque me querían hacer daño? Es obvio que era por ti, pero hasta ahora puedo entender sus palabras, pero... ¿por qué conmigo?
—Me estuvieron vigilando por unos días, tuve un soplón en mi organización unos días atrás y no lo sabía. —Explicó dirigiéndome al bar para servirme un poco de bourbon. —Notaron mis visitas a tu casa, la ida al hotel, creyendo que...—Cierro la boca inmediatamente.
—Creyeron ¿qué?—Habla rápidamente.
—Los imbéciles creyeron que sentía algo por ti. —Suelto, mientras me mira atentamente a lo voy a decir. —Que con eso podían lastimarme. — hago unas comillas al aire al decir la última palabra.
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PROHIBIDO ENAMORARSE {BORRADOR}
RomansaSamantha Wright se mudo a Italia hace unos meses, es una excelente piloto y una mujer muy competitiva, la mayor parte del tiempo la pasa en cabina, su vida es muy normal o al menos eso piensan las personas a su alrededor, a pesar que ella intenta de...