Capítulo 28

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GABRIEL

Pecado.

Los siete pecados capitales son;
La soberbia.
La avaricia.
La lujuria.
La ira.
La gula.
La envidia.
Y la pereza.

Puedo decir que yo tengo tres de ellos: La lujuria, la envidia y la ira.

Lujuria: Por el arrebato y el descontrol de mis pensamientos hacia la mujer que llevo deseando hace meses, la cual es la mujer de mi hermano.

La envidia y la ira: El sentimiento de enojo hacia mi propio hermano, por no tener a la mujer que deseo, la cual él no se la merece.

¿Qué tan hijo de puta me hace eso?

La mayoría de las personas dirán que mucho, que debo dejarlos que sean felices, pero que pasa ¿Si los roles cambian? Si es Alessandro es el que quiere luchar por tenerla a su lado, ¿Siempre es un hijo de puta? Preguntas que me persiguen siempre en la fría madrugada.

Intento levantarme de la cama, pero mis costillas duelen como el infierno, cuando Sam se fue intenté ir detrás de ella pero no puede hacerlo, mis costillas dolían demasiado y Amanda no me lo permito, así que llame a Lía para que viniera a revisarme, me dijo que no había fractura alguna, solo es el golpe, pero que tenía que descansar, me receto unas píldoras para el dolor ya que dijo que con las horas aumentaría.

Amanda ha estado al pendiente de mí, no se separó ningún momento hasta que por fin la convencí que se fuera a descansar.

Intento por segunda vez levantarme de la cama, para poder tomar mi teléfono celular y llamar a Sam, cuándo finalmente lo tengo vuelvo a colocarme en la cama.

Le he dejado decenas de llamadas como también mensajes y no ha respondido a ninguno. El dolor en mis costillas y mi rostro inflando ha impedido que salga a buscarla, sin mencionar las píldoras que me receto Lía las cuales me causan mareos.

Una de la mañana, desde hace más de diez horas no sé nada de ella, no quiero que se humille a él, porque entonces él la humillara más, como todo el imbécil que es.
Dejo el teléfono sobre la cama, mientras cierro mis ojos recordando el beso que nos dimos hace apenas unas horas, sentir sus labios junto con los míos mientras nuestras lenguas se tocaban, fue como tocar el cielo con la punta de los dedos, pensar que al principio se rehusó pero poco a poco fue cediendo, es como una luz al final del túnel, fue una señal de que no le soy indiferente, y como bien lo dijo Alessandro no daré mi brazo a torcer.

Desde la primera vez que la vi en ese supermercado, con su cabello despeinado y sin ninguna gota de maquillaje, sus ojos grises tan perfectos, me propuse a conocerla y por el destino la encontré en ese restaurante, en ese instante fue lo más feliz que me había pasado hace mucho tiempo.

Con cada día que salimos me iba volviendo loco por ella, pero todo se fue al caño cuando Alessandro llegó a su apartamento como todo el soberbió que es. Recuerdo que después se presento en mi galería amenizándome que me alejará de Sam, le dije que no lo iba a conseguir, que esa decisión era de Sam, que me gustaba y que no se lo pondría fácil ya que no permitiría que le pasara lo mismo que a Deniska, quiso golpearme (cómo siempre) pero Guido se lo impidió.

Deniska fue la primera mujer que ame, desde niño, mi sueño fue siempre que mi sentimiento correspondería pero como era de esperarse Alessandro respiraba, y yo salía sobrando, lo intenté por años, la visitaba en Rusia, incluso nos veíamos de vez en cuando, pero ella no tenía ojos para nadie más, el día que me entere que estaba embarazada fue un golpe para mí, porque él nunca le iba a corresponder como ella se lo merecía, en su embarazo la visitaba de vez en cuando, a veces estaba muy tranquila, otras no tanto, ya que Alessandro no llegaba por días, y cuando lo hacía le restregaba las mujeres en la cara, después nació Aílana, una niña preciosa con sus mismos color de ojos, para entonces deje de visitarla tan a menudo y luego vino su muerte, eso me llevó hasta el fondo del abismo, saber que no pude hacer nada por ella, es algo con lo que cargo en mis hombros todavía.

PROHIBIDO ENAMORARSE {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora