Capítulo 40

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SAMANTHA

Bajo fuego.

Guido junto con Massimo han actuado muy extraño, casi me montan al auto a la fuerza, no los obedecí porque tenía cosas que hacer, tenía que regresar a la enfermería a despedirme de Irina, no creo que la vea hasta mañana, porque estoy segura que será una noche larga, así que por lo menos quiero que sepa que me despedí de ella.

En el trayecto hacia el auto ya lista para irme, me encuentro nuevamente a un Massimo nervioso. — ¿Estás bien?—Me pregunta.

—Sí, ¿Y tú?

—Estupendo. —Dice mientras mira para todos lodos como si alguien nos siguiera.

— ¿Seguro?

—Sí, te traje esto. —Me ofrece un pedazo de tela, cuando lo tomo me doy cuenta que es un pasamontañas.

— ¿Usaremos esta cosa?

—Sí, para más seguridad. —Aunque no me agrada la idea no digo nada. —Póntelo.

—Sí, cuando estemos por llegar.

—Ahora Sam —Lo miro feo, observo a todos los que irán con nosotros y nadie lleva uno.

— ¿Porque soy la única que llevará eso?

—Ya te lo dije por seguridad. —Pero antes que abra mi boca suena mi radio, para que me encuentre con los demás.

—Lo siento me tengo que ir. —Me alejo de él corriendo.

—No olvides usarlo.

—No lo haré, lo prometo.

Es raro, nunca antes había pasado esto, los que se encargan de esto siempre sin Kennedy junto con Giulio, supongo que Alessandro tiene que ver con esto, así que pronto lo averiguaré.

Nos subimos en diferentes vehículos, mientras en el camino dan las últimas instrucciones. Una hora después todos estamos listos.

Estoy en posición, boca abajo, en el tejado del Hotel Anantara Palazzo, en la esquina superior viendo atreves de la mira telescópica, Kennedy se encuentra en la otra esquina, mientras que Khalil está en el tejado de la basílica of saint mary of the angels, y Giulio en la pensión que está enfrente del hotel. Sin contar los hombres que cuidan las calles, los que circulan por la plaza, los que los esperan cuando salgan de los autos, y los que esperan adentro, son al menos cien hombres.

Aparte que los francotiradores nos diferéncianos por color, no de nuestra vestimenta porque todos vamos de negros y con nuestro respectivo chaleco antibalas, si no, que para esta noche no nos llamamos por nuestros nombres, si no por colores, en mi caso es rojo, esto servirá para guardar nuestra identidad sin dejar de saber si alguien está en peligro.

Llevamos nuestro walkie talkie en uno de nuestros hombros para tener nuestras manos solo para nuestras armas.

Vigilo una vez más por la mira, el lugar está lleno y no solo por nuestros hombres si no por todas las personas importantes que estarán aquí esta noche, aparte de muchos periodistas de diferentes lugares.

Ya comenzaron a llegar vehículos a la entrada del lugar, es como una pasarela de autos queriendo presumir quien tiene el mejor.

—Dos millas para que nuestros halcones lleguen a su destino. —Nos habla Massimo atreves de nuestros auricular.

—10-4–Comenzanos a decir uno por uno de los francotiradores.

—Comunícame solo con rojo. —Escucho a Alessandro quien se dirige a Massimo. Volteo rápidamente hacia mi pequeña insignia roja que está en mi pecho, como si no supiera que color es el mío. — ¿Puedes escucharme?
Muerdo mi labio inferior queriendo que se dibuje una enorme sonrisa en mi rostro. —Si. —Le hablo con un hilo de voz. — ¿Tú elegiste los colores?

PROHIBIDO ENAMORARSE {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora