Capítulo 34

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IRINA

Sufriendo de diferente manera.

Veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, cierro los ojos dos segundos para poder seguir contando, treinta, treinta y uno, en realidad nunca los he terminado de contar, he llegado hasta cincuenta y luego me pierdo en el proceso, están muy unidos que cuando parpadeo me pierdo, pero no importa solo quiero concentrarme en esos dorados cristales que caen del enorme candelabro que está arriba de mí, es tan enorme que cubre casi la mitad de la cama, es lujoso pero cuando lo miras es espantoso no tiene clase, igual que su dueño.

Pero supongo que tengo que agradecerle a ese candelabro, me ha servido de mucho contar cada puto cristal y olvidarme que sigo existiendo mientras el abusa de mi una y otra vez.

Treinta y dos, cierro los ojos con fuerza, treinta y tres, no quiero llorar, treinta y cuatro, porque si lo hago me drogara y no me gusta sentirme que no soy dueña de mi cuerpo, aunque siendo honesto desde que llegue a este lugar lo deje de ser, treinta y cinco.

—Quiero que me cabalgues. —Habla sacándome de mi conteo.

Esta es la peor parte, no tengo cristales que contar solo veo su asqueroso rostro, pero lo hago de inmediato, lo menos que quiero es que enfurezca dejándome en una mazmorra además de aguantar hambre por días.

Tomo su repugnante verga metiéndola en mi orificio, ahora ya no duele como la primera vez pero eso no quita lo sucia y asquerosa que me siento cuando estoy con este tipo. Comienzo a moverme como a él le gusta mientras me toca mis pechos. —Eres mi esclava favorita. —Habla mientras toma mi cintura clavándome sus dedos, moviéndome a su ritmo. —Nunca voy a olvidar como te sentías de estrecha, tus gemidos, tus piernas temblorosas. —Quiero parar, pero si lo hago me castigara así que sigo. —La manera que me decías que fuera más despacio porque era muy doloroso. —Por más que quiera olvidar aquello nunca lo voy hacer. — ¿Lo recuerdas hermosa rubia? —Asiento. Por supuesto que lo hago, nunca antes había estado con un hombre, hasta ese maldito día.—Porque yo si.—Finalmente deja salir un gemido de su garganta mientras se vacía en mi interior, esto es asqueroso no tiene nada de placentero.
Me coloca en el colchón y él comienza a besarme. —Haz mejorado mucho desde la primera vez. —Me dice mientras estruja mi trasero.

—Es un placer servirle mi Boss.

Una sonrisa se le extiende por su rostro cuando escucha aquello. —Katherina ha hecho un buen trabajo contigo, tengo que felicitarla, ¿Ves que si se podía llegar a cambiar eso que tú decís que solo te gustaban las mujeres?—Es un tipo tan homofóbico que nunca deja de sorprenderme, bajo la vista a las sábanas. —Ahora ve a darte una ducha te espero abajo en media hora, tu vestuario estará listo cuando salgas de la ducha, por cierto creo que necesitarás ropa. —Comienza a vestirse sin decir más.

Desde que llegue solo puedo vestirme como él quiere, y solo hay un motivo porque lo hace.
Salgo de la cama directo hacia el baño, enciendo la regadera con el agua más caliente que mi cuerpo puede aguantar.

Estoy sucia.

Doy asco.

Tomo la esponja y vacío bastante cantidad de jabón líquido sobre ella, paso la esponja por todo mi cuerpo tan fuertemente que con el agua caliente mi piel se va convirtiendo en un tono  rojo, y arde. Luego me pongo champú para luego pasar diez veces más la esponja sobre mi cuerpo, dejo de hacerlo cuando mi piel casi me grita que pare, ahora mis lágrimas se mezclan con el agua de la ducha, siempre es lo mismo, no hay día que cambie nada.

En este momento puedo llorar tan fuerte que nadie puede escucharme ni el mismísimo Akim Volkov.

Caigo al suelo, poniendo mi cabeza sobre mis rodillas las cuales están a la altura de mi pecho, una vez más, me digo, cerrando los ojos e imaginado el primer día que la conocí.

PROHIBIDO ENAMORARSE {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora