CAPÍTULO 1

493 44 15
                                    

«Curaría tus partes rotas y te haría feliz a cambio de un solo instante junto a ti».

ÉL

El color del cielo contrarrestaba  con lo que estaba pasando dentro de mi cabeza. Era como si él me estuviera diciendo que cosas no muy buenas se avecinaban. En sus matices del azul marino al gris te dejaba una sensación de melancolía, soledad y tristeza.

Puede que, muy en el fondo, eso es lo que estoy sintiendo desde hace años.

Di un suspiro largo y pasé mis manos por mi cara con desesperación.

Por una parte quería que esta dirección fuera la correcta, pero por otro lado no quería que lo fuera. No quería encontrarla aquí. Este no era un lugar en el que ella debería estar.

Miré a través de la ventana del vehículo en circulación. Árboles y más árboles se extendían por todo el lugar al que voltease creando sombras un poco tenebrosas sobre la carretera.

—¿Falta mucho? —le pregunté al chófer mientras masajeaba mis sienes.

—No, en cinco minutos estaremos ahí— me informó.

Cinco minutos. Solo cinco minutos y estaría tranquilo, sea cual sea lo que encuentre en ese lugar.
Si ella no estaba allí, buscaré de nuevo; si ella está… la traeré conmigo a casa.

Las sombras de los árboles dejaron de aparecer por el camino y pasó a dar espacio a las casas y edificios. Mi chófer aceleró el paso, girando en una curva a la derecha. Después de unos segundos más, ya estaba estacionándose en el portón metálico del complejo frente a nosotros.

A un lado de esa entrada había una caseta de vigilancia. Mi chófer bajó su vidrio para hablar con el que en ese momento estaba dentro de aquella caseta.

—Nombre del paciente y la identificación o permiso del tutor—pidió aquel hombre y mi chófer solo le extendió unos cuantos billetes que el otro tomó con gusto mientras abría la reja.

El carro se puso de nuevo en marcha adentrándose en el lugar.

Lo primero que visualicé fue el jardín enorme que estaba desde la entrada hasta el edificio y a la redonda. Todo parecía bien cuidado en ese aspecto. También, en aquel jardín habían personas andando, unas riendo y otras con una mirada perdida hacía cualquier dirección que no fuera el mundo real. Eso sí, ninguna de ellas estaba sola porque los acompañaba un enfermero.

El chófer aparcó enfrente del sanatorio.

Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente, sin control, sin razón.

¿Por qué tengo una rara sensación en el estómago?

No es la primera vez que estoy visitando una dirección con cierta esperanza de encontrarla, pero, esta vez algo me decía que era la dirección correcta.

Aunque, ¿Por qué aquí?

Abrí la puerta del Mercedes Benz para salir.

Di otro largo respiro para relajarme y actuar con cabeza fría.

Acomodé las mangas de mi camisa y caminé hacia la puerta principal, hacia la recepción. Una vez que entré las personas me miraban curiosas, pero no les tomé tanta importancia así que fui directo al mostrador para que me dieran informes.

—Buenas tardes—me incliné sobre la barra y le di una sonrisa de boca cerrada a la enfermera para que me viera más amable—, ¿Dónde está la paciente…—tomé una pausa, tratando de recordar el nombre— Ally Carter?

La enfermera con mejillas rojas me dio una mirada inquisitiva— ¿Ally Carter?

Ante su pregunta perdí un poco la fe. ¿No estaba aquí?

FUISTE TÚ PRIMERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora