FUISTE TÚ PRIMERO

CAPÍTULO 19

«El dolor es inevitable. Todo ser nacido en este mundo lleno de maldad, está propenso a sufrir. Es un problema que no podemos parar ni erradicarlo».
—Anne Miller

DORIAN

Los chicos estaban por llegar de visita, cosa que me alegraba porque ya era hora de ir a la empresa para encargarme personalmente de las actividades, y así Annie tendría con quien charlar y distraerse un poco.

Terminé por ponerme mi ropa del diario para bajar a desayunar. Anne ya no estaba conmigo en la habitación. Supongo que bajó antes porque su hambre así se lo pidió.

Anne en lo que duró nuestra luna de miel, no dejó de tomar sus clases en línea; era muy importante que las tomara si quería graduarse pronto.

Cuando llegué a la sala, a los primeros que vi fue a Samantha, a mi abuela y a mi papá.

Les di una sonrisa de boca cerrada.

Busqué con la mirada a Annie.

—Annie, ¿Dónde está? —pregunté al no encontrar a la pequeña en la sala, siempre estaba al lado de mamá, era muy extraño que hoy no lo estuviera.

—Salió—me respondió Samantha con una tranquilidad fastidiosa que te hace perder la paciencia.

Sentí cómo algo grueso raspaba mi garganta mientras tragaba y hacía sobresaltar mi manzana de Adán.

Me pasé las manos por la cara, de forma brusca y frustrada.

—Dorian—mi abuela fue la primera en aproximarse hacia mí—, ¿Qué pasa? Estás pálido…¿Algo pasó?

No pude pronunciar palabra alguna, mis cuerdas vocales estaban en mi contra y lo único que sentía era mi interior gritar pidiendo ayuda.

¡¿Cómo la dejaron salir sola?!

¡¿Es que acaso perdieron la cabeza?!

Aspiré hondo, intentando lograr tranquilizar mi ser.

Pensando de forma racional, no tenían la culpa. Samantha no sabe el trasfondo de la salud de Annie. Sólo le dije que estaba en el internado por una depresión…no por psicosis.

—Anne no está bien—comenté y Samantha rápidamente caminó para llegar a mi lado.

—¿De qué hablas?

—Ella…está enferma.

—¿Enferma? —arrugó el ceño—. El bebé, ¿Está bien? —negué con la cabeza para darle a entender que no era algo relacionado con su salud física.

—Tiene…psicosis—murmuré y ella me dio una mirada severa. Antes de que hablara, me adelanté para explicarle—. Sufrió depresión mayor por muchos meses y eso causó la psicosis que hace que ella pierda noción de la realidad, la distorsione con sucesos que pasaron en un su mente—traté de explicarle pero ella seguía sin comprender. Pero no había más tiempo para explicaciones cuando ella estaba en peligro.

Antes de que les pidiera que no perdamos tiempo dando razone, mi primo—Rauf—,quién era psiquiatra, intervino en la conversación:

—Si ella está en un brote psicótico, podría hacerse daño. Las personas que poseen está enfermedad acompañada de la depresión, suelen escuchar voces que las alientan a hacer cosas en contra de sí mismas—la cara de Samantha se tornó líbida ante esas palabras—. Debemos buscarla antes de que llegue a perder la razón por completo y perderse.

Nadie dijo nada y nos apresuramos a buscar en los posibles lugares a donde ella pudo haber ido. Toda mi familia se movilizó para buscarla.

Al llegar la tarde-noche, aún no teníamos ninguna noticia sobre el paradero de Annie. Todos estábamos igual de consternados por su desaparición, pero Samantha era la más preocupada de todos. Parecía querer morir en estos momentos.