FUISTE TÚ PRIMERO

CAPÍTULO 6

« Entonces, vas a salir de esto…vamos a salir y, en un futuro podremos casarnos y aprender a vivir con las heridas que para ese tiempo, ya estarán cicatrizadas».
~Dorian Maslov

DORIAN

—¿Hace cuánto tiempo la encontraron así? — preguntó la doctora mientras chequeaba los signos vitales de Anne.

—H-hace diez minutos—apenas pude responder—. Le hice un torniquete en la muñeca, no es una herida profunda pero sí perdió mucha sangre por lo que necesitará una transfusión y deben revisar la contusión que tiene en la frente, para eso deberían…—ella me miraba con curiosidad, así que le aclaré—. Soy médico.

Asintió y pidió a los camilleros que llevaran a Annie hacia la habitación de curación.

—¿Sabes cuál es su tipo de sangre?

—A positivo…

—De acuerdo, colega. Haremos todo lo posible para parar el sangrado—me dio una sonrisa cálida y comenzó a caminar por el pasillo.

Las luces blancas del hospital me cegaban si mantenía la cabeza mirando al frente. Bajé la vista hacia el suelo para tratar de ir enfocando un poco más mi visión, cuando lo hice me di cuenta de dos cosas: que aún venía vestido con mi pijama y pantuflas, y que mi pijama blanca estaba completamente manchada de ese líquido rojo.

Un recuerdo abordó mi mente, un recuerdo que casi ya era imposible recordar. Un recuerdo de cuando yo tenía aún seis años.

—Lucía, reacciona—mi abuela palmeó el rostro de mi madre para que volviera en sí— …!Lucía!, ¡Respóndeme, por favor! —su voz iba volviéndose en cada palabra una más desesperada.

—V-valeria—mi mamá entreabrió los ojos y mi abuela soltó un suspiro—. U-un…torniquete en la...

Mi abuela asintió y tomó un trozo de tela para amarrarlo en las muñecas de mi mamá para detener la sangre que corría por sus manos y manchaba el resto de sus piernas.

Yo miraba desde la puerta, ocultándome de que nadie me viera, era un pequeño y lloraba al ver el charco de sangre y agua que estaba alrededor de mi mamá.

Mi abuela hizo un esfuerzo por sacarla de aquella tina, y acurrucarla en su pecho para acariciarle el cabello y calmarla. Mi mamá estaba más pálida que de costumbre pero ya no volvió a cerrar los ojos despúes de que mi abuela la haya asistido. Ellas continuaron en esa posición por varios minutos hasta que mi mamá volteó hacia la puerta y me vio.

Ella palmeó el brazo de mi abuela y las dos volvieron su mirada a mí. Mi abuela comenzó a llorar, no le gustaba que yo mirara esa escena. Mi madre en cambio, me lanzó una mirada severa y murmuró aquello que nunca podría olvidar:

—Ni al tenerlo a él logré que tu hijo se quedara conmigo. De haberlo sabido jamás lo hubiera traído al mundo.

De pronto sentí las ganas de vomitar.

Esto era más de lo que podría soportar, mi pasado y mi presente se estaban colisionando para martirizar mi vida.

Ver a mi Anne en aquella tina, inconsciente y desangrada, revivió todas esas veces que miré a mi madre en esa posición. Ese miedo y frustración de no saber qué hacer cuándo la vida de alguien que amas está pendiendo de un hilo.