FUISTE TÚ PRIMERO

CAPÍTULO 18

«Esto era una cárcel. Yo era la prisionera y la mártir aquí, estaba encerrada en mi propia mente».
—Anne Miller.

Unos meses después

DORIAN

—Dorian, por favor, posa bien para la foto—Me dijo Anne y me dio un pequeño codazo en la parte lateral de mi abdomen.

—Ya me cansé.

—Ésta es la última, te lo aseguro.

—Eso mismo dijiste hace veinte fotos. Quiero regresar al hotel.

—¡Pero este lugar bonito lo amerita! —se volteó al paisaje que teníamos detrás. Era un paisaje que daba a la Torre Eifiel.

—Vamos al hotel, por favor—supliqué con una mirada de profunda tristeza, tratando de convencerla.

—Está bien, pero antes iremos a cenar. Muero de hambre.

Anne y yo nos hemos dedicado a recorrer todos los países del mundo, aún nos falta visitar los asiáticos, pero supongo que será en un momento más adelante porque está a sólo un mes de tener al pequeño bebé hurón. Ha sido divertido viajar al lado de ella y disfrutar de nuevas cosas, no existe otra persona con la que diría que de verdad he sido feliz.

Mi esposa tiene la manía de estar tomándole fotos a cualquier cosa que se le ponga en frente. La vez pasada que viajamos a Londres vio un perro Bulldog y le pidió al dueño una foto, fue vergonzoso pero lo dejé pasar. Todas esas fotos y vídeos los toma con una cámara que mi abuela le regaló como un regalo de bodas, y ahora que recuerdo, mi abuela a mí no me dio nada.

Samantha nos acompañó a este viaje los primeros dos meses, pero estaba algo incómoda por andar con nosotros, ya que ella dice: «Es una luna de miel, no un viaje de familia». Actualmente está en México, esperando por nosotros. Al igual que Margot.

El abdomen de Annie ha ido creciendo día a día, parece que trae como veinte hijos por lo grande que es. Pero a pesar de el esfuerzo que hace para caminar no la puedo mantener quieta en un solo sitio.

Hoy era el último día que estaríamos en París, ya que debemos regresar a México para el nacimiento del bebé. Y por las fiestas navideñas.

Diez horas más tarde

Bajamos del avión para regresar a nuestra casa, por fin.

El auto que esperaba por nosotros nos ayudó con las miles de maletas con compras que Annie hizo, la mayoría son cosas de bebé.

Tardamos una media hora más de camino para llegar a la mansión. Nos estaba esperando Samantha y,supongo que también estaría mi familia—eso me lo prometió mi abuela—.

Al llegar, como lo predije, estaban todos los integrantes de mi familia sentados en el jardín junto a muchísima comida en el centro de la mesa. Nos recibieron con los brazos abiertos, más a Annie que a mí.

***

Mi familia se quedó en la mansión con nosotros, sin embargo, yo iba a estar ausente en la noche ya que debía ir a un cóctel de negocios. A la que obviamente iba a ir con mi flamante esposa.

—¡Hurón!,sal del baño o tiro la puerta—le advertí por tercera vez a la pequeña que estaba dentro de esa habitación desde hace más de una hora.