«Cualquiera puede amar un día soleado, pero no cualquiera se queda a pasar la lluvia a tu lado».
—Anne Miller.
Dos años y seis meses después
DORIANMasajeé la parte trasera de mi cuello mientras descendía del vehículo frente a mi casa. Tenía la mirada puesta en el suelo pero tuve que alzarla al escuchar la voz de mi pequeña Sarifer.
—¡Tatiiii! —con sus pequeñas piernas, bajó corriendo las escaleras principales.
La recibí entre mis brazos y la alcé para llevarla conmigo dentro de la casa.
Sus cabellos dorados caían a los costados, sobre sus hombros. Sonreía en grande, como siempre que me ausentaba unas horas. Todos los días que lo hacía por motivos del trabajo, ella esperaba en la entrada por mí.
Le venía preguntando sobre su día, ella no podía pronunciar bien las palabras pero yo hacía como que si comprendía todo.
Llegamos al patio trasero, donde Annie tomaba sus clases—las últimas del año porque próximamente se graduaría—. Ella se encontraba sentada en la mesa del jardín, a su lado estaba el pequeño Dorian asomándose a la computadora, mirando lo que su mamá estaba viendo a través del aparato.
Los dos giraron su rostro a nuestra dirección y Anne sólo llevó un dedo a sus labios para ordenarnos silencio. Al estar a su lado, dejé un beso en sus labios y le di un beso en la frente al pequeño de ojos azules que me miraba receloso por no estar dándole amor como a su hermana.
Dejé a Sarifer en el suelo y me incliné sobre las cunas azul y rosada en las que habían dos bebés durmiendo. A los cuales, normalmente, nunca cargo porque están pesados, supongo que su mamá los alimentó de más. Aún así, se ven muy adorables con sus trajecitos de animales.
Las clases de Anne terminaron y regresamos adentro la casa, luego de que Samantha nos haya avisado que el almuerzo estaba listo.
Para evitar las malas caras de Anne, llevé a los dos mayores de la mano hacia la cocina y ella llevó—con ayuda de su mamá—a los otros dos menores.
***
Me acerqué a mi suegra mientras le daba el biberón al pequeño Dylan.
—¿Podrías cuidar hoy a los bebés? Es que debo ir a Miami a una fiesta de negocios y quiero ir con Annie—ella me dio una mirada obvia, esa que me decía «eso no lo preguntes».
Le di una sonrisa antes de dejarle en los brazos al bebé.
Fui a la habitación donde Khorek estaba arreglando mi maleta de viaje.
—¿Cuánto tiempo estarás allá? —me preguntó sin apartar la mirada de lo que estaba haciendo.
—Estaremos—la corregí y me acerqué para abrazarla desde atrás—. Irás conmigo. Tu mamá dijo que cuidará a los niños.
—Sabes que no me gusta dejarlos tanto tiempo solos, Dylan y Ari aún están muy…—dejé besos por su cuello para desconcentrarla—. Bueno, vamos pero no tardemos mucho tiempo.
Sonreí contra su piel y me hice a un lado para ir al baño y comenzar a alistarme para el viaje.
***
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FUISTE TÚ PRIMERO
Teen FictionEn toda historia como en la vida, existen dos versiones. No es fácil identificar cuál es la verdadera, pero puede que las dos sean reales dependiendo de la persona que se la crea. ¿Hay algo de malo en eso? Probablemente sí, porque a veces, sin quere...