SAMANTHA
«Es cáncer de mama».
Pasé suavemente las manos por mi cara para limpiar el camino de lágrimas que de mis ojos se formaron.
No podía ser cierto.
Esto no lo merezco.
¿Porqué yo?
¿Porqué ahora?
Cerré la puerta de mi casa a mis espaldas. Iba a dejarme caer sobre la superficie sólida, mis piernas estaban debilitadas y solo necesita tiempo para asimilar. Pero en eso, desvié mi mirada al suelo encontrándome con varios sobres que habían deslizado debajo de la puerta. Los tomé y caminé despacio hacia la sala.
Abrí uno por uno, con miedo a encontrarme con las deudas. Pero era inevitable no saberlo, eran de ese tipo. Entre ellos estaba la petición para el pago de la colegiatura, una carta de desalojo de la casa, el pago de la luz y el pago de un adeudo del hospital de aquella vez que Anne se intentó...
Pasé mis nudillos por mi cara.
¿Qué voy a hacer?
Hace unos días me despidieron de la escuela donde daba clases, ese era mi único sustento. Y el poco dinero que me quedaba lo podría usar para pagar la colegiatura de mi hija pero, ¿Y nuestra casa? ¿Dónde dormiremos?
No sabía qué hacer.
Pese a la desesperación fui a coger el teléfono para pedirle ayuda a aquel hombre que hace unas semanas volví a ver: a mi padre. Yo no sabía de su existencia, cuando era muy pequeña él nos abandonó y nunca supe de él; al menos no hasta hace unas semanas que lo reencontré y me ofreció dinero, lo había ignorado pero, ahora lo necesito económicamente.
Su voz fría y déspota me daba mala espina. No parecía el hombre que se tomaba las cosas con calma y sin rencores.
Me dijo que vendría en unos cuantos minutos a mi casa.
Lo esperé pacientemente hasta que tocaron el timbre.
Fui rápidamente a abrirle. Esperaba que trajera el dinero y se fuera, pero me pasó a un lado, entrando a la casa.
—¿Qué te dijo el médico? —cuestionó sentándose en uno de los sillones de la sala. Se inclinó hacia adelante, mirándome fijamente—. ¿No me dirás?
—¿De qué hablas?
—Mis hombres te siguieron—declaró fácilmente y tragué saliva—. ¿Qué tienes? ¿Eres tú o la loca de tu hija?
Apreté los puños a mis costados.
—No te importa, ¿Me darás el dinero sí o no?
—Te tengo una mejor propuesta—dejó caer su espalda en el sillón y entrelazó sus manos en su regazó—. ¿Quieres lo mejor para Anne, no es así?
Le di una mirada llena de obviedad.
—¿Qué te parece si yo le pago la mejor universidad de Estados Unidos? —le presté atención y él continúo—. Y que cuando termine yo mismo hable con mis contactos para que trabaje en Wall Street. Y no sólo eso, a ti podría pagarte un especialista para que te ayude a combatir el cáncer—abrí los labios, sorprendida. ¿Cómo lo supo? —. Tengo mis métodos—explicó al notar mi sorpresa—. ¿Entonces?
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FUISTE TÚ PRIMERO
Genç KurguEn toda historia como en la vida, existen dos versiones. No es fácil identificar cuál es la verdadera, pero puede que las dos sean reales dependiendo de la persona que se la crea. ¿Hay algo de malo en eso? Probablemente sí, porque a veces, sin quere...