CAPÍTULO EXTRA |El día que nos conocimos|

220 31 2
                                    

¿Cómo pueden llegar a convertirse en amigos personas con personalidades tan diferente?

Quizá la única razón de que una así se dé, es porque si personas iguales se encuentran: se caerían mal por tener el mismo pensamiento y ninguno de los dos aceptaría algo del otro, porque vamos, no siempre nosotros mismos somos nuestra mejor relación.

Leonardo, Carlos, Alex, Daniel y Dorian eran ese tipo de amistad en la que ninguno tenía la misma, o similar personalidad. Puede que por eso fueron inseparables desde el principio.

Unos cuantos años atrás

—¡Leonardo! La competencia está por iniciar, ven para acá—su mamá lo llamó por décima vez, sin embargo, él sólo quería descansar. Ya había tenido mucho por hoy.

A regañadientes, Leonardo caminó hacia la pista donde se haría el segundo round de ajedrez en la ronda final. Ya se encontraba muy cansado, había ganado más de diez partidos y él pensaba que un descanso era lo que necesitaba para ser feliz, pero no podría darse ese lujo porque tenía que estar sí o sí en ese decisivo juego.

Al cabo de media hora, el partido finalizó siendo él el campeón mundial en ese deporte de mesa.

Sus padres celebraron en grande que su hijo era el mejor en el ajedrez. Pero Leonardo no estaba contento, al menos no el día de hoy, sus padres hicieron que su juego favorito se convirtiera en su peor pesadilla. El ajedrez dejó de ser entretenido luego de que sus padres lo obligaran a entrenar más de cinco horas a diario, ya había tenido suficiente.

Ahora lo que él quería era salir y conocer a más adolescentes de su edad, o algo mayores, porque él sentía que encajaba mejor con aquellos de quince-dieciocho años.

Se alejó de la multitud que celebra algo que ellos no habían ganado y caminó hacia la pista donde habían otros competidores en una rama distinta a la suya. Terminó deteniéndose cuando chocó con un adolescente un poco más alto que él.

Aquel era un joven atractivo, con ojos cafés y cabello con un color más negro que la noche.Le sonrió de una forma que hizo que Leonardo le diera una mirada de asco.

—Spanish, french or english? —le preguntó aquel chico y Leonardo notó que su inglés no era nativo, él no podía ser algún americano, ¿Tal vez era…un latino?

—What's your name? —inquirió ya que así podría identificar mejor de qué continente era.

—Soy Carlos, ¿y tú?

Después de escucharlo hablar, Leonardo se dio cuenta de que su acento era de los españoles.

—Espera, ¿Qué edad tienes? —cuestionó, muy seguro que si Carlos decía que tenía “trece” lo dejaría con la palabra en la boca.

—¿La edad es un límite para ti?

—No, sólo que…

—Venga, ya. ¿Qué te parece si nos escapamos a un lugar más a nuestro nivel? —la propuesta del otro fue como música para sus oídos, y sin pensar o buscar razones, asintió rápidamente.

El par comenzó a andar hacia la salida cuidando que sus padres no los cacharan en su movida. Cuando estaban por llegar a la puerta se encontraron a un joven que parecía asustado.

FUISTE TÚ PRIMERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora