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Quería fingir que era sólo un sueño, que ella continuaba dormida en la casa del terrateniente. Sus pupilas estaban tan contraídas por el miedo y su boca no era capaz de cerrarse. Tuvo la misma sensación que cuando vió la verdadera forma de Sesshomaru por primera vez.

Su cuerpo estaba petrificado por el miedo, Kirara gruñía a su lado sintiéndose amenazada por la imponente criatura que estaba frente a ambas. Ella no había sido capaz de verlo, no pudo predecir que él también sería controlado y lastimado por las trampas de Naraku. Así como Sango y como InuYasha. No fue capaz de verlo a ninguno y se sintió culpable por ello. Él la había salvado y le había ayudado a sanar sus ojos para no quedar ciega cuando se forzo estúpidamente a ver el pasado de su madre para poder entenderla.

¿De qué había servido entonces? No había sido capaz de salvarlo a él. No sabía si había llegado a tiempo, su energía estaba tan elevada que no la dejaba pensar con claridad.

En otros momentos había luchado junto a sus amigos, ahora estaba tan sola que temía lo peor.

Tragó saliva y dió un paso hacia atrás bajo la mirada llena de sangre. El demonio estaba rabioso, era dudoso que existiera una fuerza en el mundo que acabara con ese enojo tan grande. No podía hacerlo, pero si al menos no lo intentaba.. la gente que había jurado proteger..

-Kirara -La tranquilizó pasando una mano por el pelo grueso de su lomo y se subió en ella. En ese mismo instante, Sesshomaru estiró una de sus patas hacia ellas. Gracias a la gata, pudieron evitarlo y subir lo suficiente para que no las alcanzara-. Hay que alejarnos de aquí, hacer que nos siga.

Sango había podido salvarse porque la herida era abierta, pudo purificar todo desde adentro. En este caso y en el de su primo no era así. Tenía que arrancar desde la raíz el problema, tenía que matar a Naraku. El maldito cobarde no había dado la cara en todo este tiempo.
Se alejaron y Kagome lanzó flechas sólo para poder provocarlo y que de esa forma las siguiera. Tenía que llevarlo al lado contrario de la aldea.

Estando un poco lejos de él, fue capaz de encontrar la energía de alguien más. No encontraba la manera en la que Naraku pudiera infectar a Sesshomaru, ¿había sido descuidado?

Apretó el pelaje de Kirara, y dió ordenes para poder avanzar más rápido y en la dirección de esa energía tan pesada y oscura.
Atravesó el bosque, y llegó a un lugar desolado. No había pasto, ni árboles, no había.. vida.

Por extrañarse al ver ese lugar, olvidó por completo que venía un perro gigante detrás suyo a toda velocidad. No pudo siquiera terminar de voltearse cuando la enorme pata apareció para empujarla junto a Kirara.

De momento, recordó el rencor que sintió y que no era suyo cuando recién estaban conociéndose.

Se dió un fuerte golpe al caer a ese suelo lleno de piedras sueltas y polvo. Rodó, raspándose y sintiendo sus pulmones apretados y adoloridos. Apenas y pudo emitir una queja.
Abrazándose a sí misma dejó salir algunas lágrimas y abrió su boca para intentar gritar, era muy probable que al menos una costilla estuviera rota. 

Escuchó una risa malvada y masculina, que hacía eco en el lugar, como si se encontrara en todas partes. Abrió sus ojos con dificultad para poder visualizarlo y miró a ambos lados. A la derecha nada y a la izquierda el enorme demonio de pelaje blanco.

Se sintió rendida, pero con lo que le quedaba de fuerza puso una barrera.

Kikyo una vez le dijo, que podía entrar a la mente de sus amigos con sólo cerrar sus ojos. Nunca supo como hacerlo, pero necesitaba despertar a Sesshomaru.

—Al fin viniste —Su piel se erizó en cuanto sintió a alguien pararse a su lado—. Lamento que haya sido así de difícil, Kagome. Pero era necesario.

¿De donde viene nuestro odio? || SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora