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InuYasha desenvainó su espada y se tapó el rostro un poco con su ropa

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InuYasha desenvainó su espada y se tapó el rostro un poco con su ropa. Era un calor insoportable. Si respiraba por la boca se quemaría la garganta.

Llegó a la punta como pudo, aguantando esa sensación de que su cuerpo se quemaba, movía su espada de un lado a otro para dispersar el humo. Cuando la vista fue clara, parpadeó varias veces y encontró a una mujer moviendo un abanico creando demasiado viento en ese lugar. No sabía quién era, en su vida la había visto.

-¡Oye! ¿Qué rayos estás haciendo? -La chica lo miró y frunció un poco el ceño.

-¡No es de tu incumbencia! -InuYasha miró a la izquierda, topandose a la criatura que causó todo ese desastre. Un monstruo absolutamente horrible, demasiado grande y chorreando sangre por todo su cuerpo. Muy desagradable. Desprendía un olor terrible también.

Este rugió enfurecido, el viento que hacía la mujer del abanico no le permitía moverse pero no le hacía mucho daño. Simplemente lo inmovilizaba. Apartaba el calor también, lo que le facilitaría moverse y blandir su espada.

Corrió sosteniendo con fuerza a colmillo de acero, si saltaba sobre él y lo partía en dos ya no habría de que preocuparse. Saltó lo más alto que pudo y dirigió su espada justo a la cabeza de la criatura, sin embargo está lo miró y detuvo el ataque agarrando la espada. La mano gigante del Wakamono se comenzó a calentar de una manera exagerada, calentó la espada a tal grado que era imposible para el híbrido sostenerla y tuvo que soltarse cayendo de espalda en el suelo.

Se dio cuenta de que no había más viento causado por la chica del moño, pero escuchó su voz. -¡Sería mejor si no te metieras! -Se dio la vuelta y vio sus pies descalzos, después miró hacia arriba, la chica estaba quieta.

-¿Qué planeas? ¡Estamos muy cerca de él! -InuYasha se levantó con esfuerzo y retrocedió. El monstruo soltó la espada al lado contrario de dónde se encontraban ellos.

-¡Danza de las cuchillas! -La mujer levantó su abanico con elegancia soltando cuchillas de viento por montones. Estas golpearon y lograron hacerle algo de daño, pero no lo suficiente como para matarlo.

Aprovechando esta distracción, InuYasha se levantó y corrió para buscar su espada. Se preguntaba quién era esa chica y por qué estaba peleando con esa criatura, sin embargo no preguntaría nada directamente. No era su problema después de todo.

El monstruo finalmente avanzó, comenzó a caminar y a moverse. Su cuerpo expulsaba mucho gas caliente. Parecía que si lo tocaban con la mano esta no tardaría en deshacerse. Sería fatal si eso pasara, pero no se le ocurría nada para deshacerse de él. Ni siquiera la chica del abanico podía detenerlo.

InuYasha olfateo el viento, tenía una energía demoníaca demasiado grande. ¿Cómo podría usar eso en su contra?.

Sacudió su cabeza y volvió a la criatura para atacarla, movió su espada con todas sus fuerzas para hacerle algo de daño pero no parecía causar efecto.

-¡Ah! -El abanico que sostenía ella salió volando por el aire cayendo lejos y el cuerpo de la mujer cayó al suelo dándose un buen golpe en la cabeza.

InuYasha se detuvo y corrió hacia ella. -¿Te encuentras bien? -Le pregunto moviendola un poco, su cabeza sangraba y se había raspado los brazos.

-Déjame, estoy bien -Frunció el ceño y se levantó con esfuerzo.

El de cabello plateado pudo sentir una fuerza diferente en ella que le llamo la atención. No tenía energía demoníaca, era energía espiritual pero algo había diferente.. segundos después, su nariz se movió.

Había un olor en el viento completamente diferente. Provenía de su espada.

-El viento ha cambiado -Los ojos rojos se fijaron en el chico con orejas de perro.

Siguiendo dubitativamente su instinto, InuYasha puso la espada al frente. Después subió sus brazos un poco, exhaló y golpeó con fuerza el arma contra el suelo, soltando unas fuertes ráfagas de viento que contenían un enorme poder demoníaco.

Estas ráfagas de viento, chocaron con el enorme cuerpo de aquella desastrosa criatura haciendo presión sobre él. Evidentemente, iba a explotar.

Kagura sacó una pluma de su moño, ni siquiera pudo pensar en su preciado abanico e Inuyasha corrió lo más rápido que pudo. Ni siquiera tuvo tiempo para poder pensar en lo que acababa de ocurrir.
Ambos escaparon, antes de que el monstruo explotara y parte de la montaña se derrumbara por la explosión.

Luego de un rato de haber terminado esa pelea que InuYasha y la misteriosa chica del abanico habían tenido, él llegó sano y salvo a la aldea

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Luego de un rato de haber terminado esa pelea que InuYasha y la misteriosa chica del abanico habían tenido, él llegó sano y salvo a la aldea. Se percató de que Sango y Miroku estaban ahí. Ambos mantenían una cara llena de preocupación y de repente le pareció que algo no estaba yendo bien.

Miroku levantó la cabeza y le sonrió débilmente. -InuYasha, pudiste con él...

-Por supuesto que sí, Miroku -Respondió sentándose frente a ellos, clavando la espada en la tierra-. Pero ustedes no se ven muy felices al respecto.

Sango suspiró. Estaba pensando en si decirle o no. Sabía que sería una estupidez ocultarlo, al final se daría cuenta de alguna forma. Solamente.. no quería causar la reacción negativa en InuYasha.

-Será mejor que me lo digan.

-Si vamos a contarte, pero debes de mantener la calma -El monje respiro hondo-. Kagome fue secuestrada..

-¡¿Eh?!

-Sí, al parecer Midoriko les puso una trampa. Los poderes de la señorita Kagome.. han estado débiles últimamente. No creo que haya podido defenderse -InuYasha se levantó de inmediato.

-¿Cómo pudo suceder? Sango, tu estabas con ella -Se dirigió a la exterminadora, que tenía las mejillas rojas y una expresión molesta. Estaba herida, seguro de tanto calor se había quemado un poco.

-Estaba descompuesta, no pude hacer nada.

InuYasha chasqueó su lengua.

Mientras Miroku le explicaba por qué no debía ir por Kagome aún, Sango pensaba en que ya había alguien que había ido por ella sin pensarlo dos veces.

Sesshomaru se dió la vuelta en cuanto supo lo que ocurría.

Fue tras Kagome.

Kagome estaba en una situación complicada, estaba enamorada de Sesshomaru y Sesshomaru.. fue tan cobarde como para utilizarla y dañarla sentimentalmente hasta el punto de hacerla perder sus poderes.

Estaba muy preocupada, esperaba que pronto las cosas mejoraran. Se sentía frustrada por no poder ayudar del todo..

¿De donde viene nuestro odio? || SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora