¿De donde viene nuestro odio? || Sesshome

44.

Salió el sol, pero aún hacía frío. Aún así, era una mañana sanadora y tranquila. No existía la preocupación en su mente. No había contado los días desde que le dió fin a aquel problema, evitaba siempre pensar en eso y ahora se enfocaba más en su presente.

El primer rayo le dio en la cara, una exigencia para obligarla a levantarse de la comodidad de su futón. Se sostuvo el vientre levemente abultado con una mano y agarró impulso para sentarse. Siempre que despertaba.. estaba sola. Buscó algo de agua en la cubeta y se lavó la cara por mientras. Las llamas de la fogata aún no habían desaparecido, y eso la mantenía calientita.

Se puso sus medias y sandalias, y tomó una capucha hecha con piel y pelo de algún animal salvaje. La brisa congelada golpeó su nariz, en el corredor estaba Inuyasha aún dormido y abrazado a su espada. Lucía tranquilo, igual era demasiado temprano. 

Suspiró y fue a revisar la casa en la que Sango se estaba quedando con Shippo. Para su sorpresa, ella ya estaba despierta. Igual se veía feliz y tranquila, eso traía todavía más paz.

Habían planeado ir a visitar a la tribu de los lobos, luego de que Kagome recibiera una carta unos días más tarde de la batalla. Koga había encontrado su ubicación y se encargó de enviar con unos lobos el mensaje.

《 Tengo a tu gente. Será mejor que vengas por que no dejan de preguntar por ti. Es bueno saber que sigues con vida.》

Al inicio sólo iría con Sesshomaru, pero como se trataba de la gente de la aldea todos querían asegurarse de que sus familiares continuaban con vida. En especial la exterminadora, que se había vuelto muy solitaria.

—Buen día, Sango —Tocó la madera y ella se volteó.

—Buen día, Kagome —Se acercó a ella y la abrazó—. ¿Por qué estás despierta tan temprano?

—Lo mismo debería de preguntar.

—Estaba preparando algunas cosas. Mi bumerán se ha roto y estaba terminando de repararlo. Pero ya casi he terminado, ¿quieres tomar algo?

—Está bien —Tomó asiento con cuidado—. Espero que la visita a la tribu de los lobos no sea tan horrible. Pensé que no volvería a saber de Koga.

Sango sirvió la bebida caliente y asintió.

—Yo.. creo que deberíamos de esperar —Tomo asiento a su lado y señaló la barriga de la sacerdotisa—. No creo que sea bueno para ti ir en pleno invierno y en ese estado.

—Tenemos que ir, lo hemos aplazado mucho tiempo. Koga ha dicho que tiene a los aldeanos, tenemos que agradecerle y hacernos cargo. ¿No quieres ver a tu familia?

Se hizo hacia atrás, dejando el vasito de madera a un lado y se apoyo en sus codos sin quitar la mirada de la fogata que había en el medio de la casa. Bufó. La verdad era.. que temía saber algo que no quería. La azabache lo comprendió, para ella también era duro. Hubieron muchas cosas que no pudo cumplir por todos los problemas que tuvieron en los últimos meses.

Todas las noches, recordaba a la pequeña niña que había salvado de los lobos. Se preguntaba si Koga también la había llevado con él o si simplemente había muerto.

—¿Aceptarán mas gente aquí? —Preguntó la castaña. La otra se encogió de hombros.

—Al final nos deben muchos favores, el monje Miroku me ayudó a crear una barrera semejante a la que teníamos en la otra aldea. Y honestamente.. hay mucho espacio.

—Claro.. Espero que vuelvan a salvo ahora que lo mencionas.

Los hombres de la aldea, al ser invierno, se habían ido para buscar suficiente comida. En especial carne ya que eran épocas difíciles, habían dicho que se irían por una semana.