45. Final

447 43 27
                                    

Una corona de flores, deliciosa comida, calor y gente riendo y charlando. Hubieron lágrimas de alegría y también de mucho dolor. Agradecimientos y regalos.

Para eso había viajado hasta allí.

Sus lágrimas fueron sinceras en cuanto tuvo a Rin en sus brazos de nuevo, era ya más grande y podía caminar por su cuenta. Aún era pequeña, pero sabía que podía recordarla en el momento que sonrió cuando tocó su cara.

Sango se reencontró con su familia y Miroku con su maestro.

Observó a mucha gente conocida y muchos otros que nunca había visto. Humanos y demonios en un solo lugar, conviviendo y tratándose como iguales.

Aún era difícil de creer que casi toda la gente de la aldea estuviera ahí, había una historia pendiente y estaba ansiosa por escucharla.

Koga volvió con más carne y se sentó a su lado luego de ofrecerla. Él estaba feliz, todos estaban felices. Sesshomaru se mantuvo a una distancia considerable para evitar que el lobo intentara algo con su mujer.

-Tengo que agradecerte -Decidió mirarlo, el lobo se volteó extrañado-. Gracias a ti todos están vivos, a salvo. Yo no pude hacer eso por ellos..

-Oye, no seas tan dura contigo misma -Con un palo que sostenía jugó con el fuego-. No era mi intención traerlos y mantenerlos con vida, pero uno de ellos mencionó tu nombre y pensé que de esa forma podría traerte con nosotros.

Se rió. -Qué malo eres.

-En serio.. -Suspiró-. No dejé de buscarte en cada aldea, cada montaña. No había rastro de ti, pero mis lobos te encontraron cuando sellaste al híbrido. Para ese momento.. me parece que ya estabas acompañada. Por eso mejor envié a mis camaradas con la carta.

-Lo siento mucho si te ocasioné angustia -Se abrazó a sí misma-. Pero me alegra que eso de alguna forma haya mejorado tu comportamiento con los humanos.

-Claro. Nunca olvidé tu rostro -Sólo pudo sonreírle. Además, Koga era consciente y demasiado ya que sobresalía una barriga de su ropa que jamás podría ocultar. Ya su corazón era de alguien más y se encontraba a tan sólo unos metros de ellos.

Hablaron un poco más. Al parecer, los humanos se habían acostumbrado bastante rápido a la vida salvaje. Mencionó que si alguno deseaba quedarse podía hacerlo, por que habían sido útiles en muchos aspectos. Alimentar unas cuantas bocas más no era un gran problema para él.

Al terminar de hablar con el jefe del clan, tomó a Rin y caminó en dirección a Sesshomaru para presentársela. La había rescatado de los lobos cuando estaban teniendo problemas. Fue un momento doloroso, del que estaba segura que ya no volvería a pasar. La pequeña que iba con ella había traído mucha felicidad y esperanza en el momento que sintió que su corazón ya no podía más.

-Ven un momento -Lo llamó. Él descansaba en una roca, sólo deleitándose de la preciosa vista que tenían los lobos desde esa montaña.
Interrumpiendo su momento a solas, se levantó y caminó hacia la sacerdotisa. La miró y luego a la niña arrugando un poco su entrecejo.

-¿Qué sucede?

-Quiero presentártela, porque ella vivirá con nosotros -Con mucha suavidad en su rostro dirigió su mirada a ella-. Es Rin. Irónicamente la salvé del ataque de Koga, de ahí nos conocemos.

Aflojó sus hombros. Bueno, por un momento le pareció que había algo que no sabía. Se agachó frente a la pequeña castaña de ojos grandes y alegres, le extendió su mano en una muestra de confianza al verla esconderse detrás de la azabache.

Si era importante para ella y la había acogido como suya, él lo aceptaría. Era sólo un cachorro de humano. No tenía siquiera noción de lo que era la maldad, y tampoco habían tenido un mal pasado como él e Inuyasha.

¿De donde viene nuestro odio? || SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora