12.

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El barro y los huesos molidos se mezclaron con sólo levantar su dedo. En sus ojos rojos se podía reflejar cómo caía a aquel molde hecho sólo de barro. Agregó unas gotas de sangre que se encontraban en un frasco de cristal y recitó unas palabras. El molde fue llevado al horno.
Sólo unos minutos, unos minutos más para que la gran sacerdotisa volviera a la vida con su aspecto original.
El alma en la espada se regocijó, haciendo a esta misma temblar y agitarse. El extraño hombre de cabello negro tenía una sonrisa macabra, seguro de que vendría algo grande. De que todos sus engaños a lo largo de la vida funcionaron de alguna forma.

Retiró el molde del horno cuando sintió que era tiempo. Agregó un nuevo conjuro y finalmente se abrió. Estaba emocionado, era como si fuera un niño y estuviera a punto de obtener un juguete nuevo. —Luego de esto ya no tendrá que volver a buscar donde refugiarse. He hecho un cuerpo sólo para usted, más resistente que un cuerpo de barro cualquiera. Se alimentará de almas para movilizarse y usará la suya para conservar los poderes que le fueron entregados desde su nacimiento. Finalmente blandirá su espada como es debido y hará lo correcto en este mundo —Una figura femenina despertó del molde. Tenía un cabello negro y largo, ojos de color café. Tenía una expresión seria, parecía incapaz de mostrar alguna otra—. Vuelva a su cuerpo, Midoriko —El hombre alzó su mano y guió el alma que estaba en la espada hasta el cuerpo inmóvil que se encontraba ahí sentado. 
La luz la rodeó resaltando su palidez al no haber calor humano dentro de ella. Ahora era un muerto viviente, quizás uno poderoso. Se movería a partir de ahora dependiendo de la cantidad de almas que obtendría. Aunque su alma es bastante grande para moverse como si no dependiera de eso. Ella se elevó, para que las almas perdidas en ese mundo entraran a su cuerpo y se fusionaran con la suya. Así mientras eso ocurría, obtuvo su memoria y recordó su nombre y quién era.

—Naraku —Su voz finalmente salió de su boca. Como aire frío y lleno de desinterés. El mencionado hizo una reverencia inmediatamente. No sólo resucito a una sacerdotisa, si no también a una princesa de un reino que había desaparecido.

—Señorita Midoriko —Le respondió mirándola atentamente. Sus pies volvieron a tocar el suelo. Un antiguo sacerdote que simplemente cayó en la oscuridad por sus deseos hacia una mujer y entregó su alma a miles de demonios, ahora sería su sirviente.

—¿Tienes todo listo? —Preguntó acercándose, él estiró sus brazos para darle su ropa. Un quimono con tonos oscuros como vino, negro, incluso detalles de azul y algunos claros, como el blanco. Se vistió con ayuda de él y peinó su cabello.

—He reconstruido su palacio con ayuda de mis nuevos poderes, Señorita —Midoriko es una mujer que debía aparentar por lo menos la edad de cuarenta. Pero al morir relativamente joven, la tierra del lugar donde fue enterrada siguió recordándola como alguien que apenas y llegaba a los treinta. Aún era joven. 

—¿Buscaste a Izayoi? —Preguntó mirándolo atentamente. No quito su filosa mirada de él.

—Izayoi murió hace casi tres semanas —Informó. La expresión de Midoriko no cambió—. Fue a causa de una enfermedad por el invierno. Sus pulmones fallaron y finalmente falleció.

Ella no dijo nada más y agarró la espada que estaba en el suelo. Naraku salió antes que ella para guiarla. Sabía que no era humana, es lo obvio después de dieciséis años. Su cuerpo original estaba descompuesto.
No pensó que reviviría hasta qué encontró a ese hombre en el bosque, que andaba en búsqueda de algo grande. Su furia y la furia de ese hombre híbrido se mezclaron y decidieron juntar sus fuerzas. Aunque él se ofreció a seguir sus órdenes.
Midoriko no es la misma mujer de hace años, quién era totalmente compasiva y buena. Ya no era una sacerdotisa que estaba para ayudar a todos. Sus años de adolescencia eran una miseria, también cuando creció más. Cuando ya era adulta. Fue humillada por su propia hermana y al final tuvo que morir sintiendo la culpa de que el palacio y todo había desaparecido por ella. Por que no era poderosa. Por que no hacía nada más que mover su espada. Ella quiere desaparecer ese mundo. Todas las criaturas eran egoístas y malagradecidas. Vivió para acabar con los demonios y espíritus malignos, y murió sabiendo que no eran los únicos que mataban y causaban malos sentimientos. —¿Has.. sabido algo de Kagome? —Preguntó. Casi muy dentro de su alma, el recuerdo de que era madre estaba vivo.

¿De donde viene nuestro odio? || SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora