21.

896 126 7
                                    

—Kagome, no me parece el mejor momento para que cuides de un bebé que no es tuyo —InuYasha expresó su molestia.

Cuando Kagome volvió en medio de la noche, lo primero que hizo fue acostarse y descansar nuevamente pero ahora con la bebé. En la mañana sus compañeros se llevaron la sorpresa al ver a la pequeña criatura llorando a un lado de la sacerdotisa. Parecía que después de todo, sus heridas no le afectaron demasiado y cuando Sango la revisó se dio cuenta de que ya no había nada en su pecho. Se había regenerado en veinticuatro horas y siendo un humano. Ella está más que bien. Pero la sacerdotisa no quiso explicarlo y se mantuvo callada.

Kagome les comentó de donde había salido la pequeña niña, y también que había hablado con el hombre lobo que les causó tantos problemas. Pensaba que sería una genial idea regresar rápido a la aldea. Quería acomodar sus ideas, organizarse y entrenar.

—No puedo hacer otra cosa, hubiera muerto si la abandonaba.

—¡Pero la situación no se presta para eso! Dime entonces, ¿qué planeas hacer? tenemos que parar a tu madre cuanto antes y mandarla al otro mundo o hará un desastre. Tenemos que encontrar la espada que queda y con un bebé en brazos es imposible. Lucharemos contra monstruos y esa bebé no duraría dos minutos —No quería sonar grosero pero era la verdad. No era tiempo para jugar a la casita. Tenían trabajo que hacer, se estaban atrasando demasiado. Si Midoriko encontraba la espada faltante.. sería una tragedia.

—Yo lo sé, InuYasha —Bufó. El híbrido no se mostró muy seguro pero mejor cerró la boca. Salieron de esa aldea solitaria y comenzaron moverse devuelta a casa.

Sabían muy bien que ahora había un gran problema, el asunto de Midoriko era algo difícil de manejar. Es un alma en pena que no puede controlar sus emociones, no puede dejar de contradecirse y dejar de causar problemas por algo que sonaba verdaderamente irrelevante. Kagome se preguntaba si de verdad ella lo hacía porque quería venganza o si solamente era un capricho.

O incluso, si de verdad era ella..

No podía creer que una mujer que fue una sacerdotisa en vida se comportaba como un demonio estando muerta. Tal vez si lograba purificar su alma, o si pudiera solamente romper ese cuerpo y dejar salir su verdadero ser. Ocupaba un descanso, solamente eso.

—Me parece extraño que Midoriko no haya aparecido, pensé que el arma de InuYasha la atraería —Miroku comentó.

—Aún no entiendo el objetivo de esa mujer —Sango miró el suelo pensativa.

—Yo tampoco entiendo muchas cosas.. sólo sé que ella no debería estar aquí —La azabache no quitó su mirada del frente. Estaba un poco decepcionada de esta vida, aún no superaba que su enemigo fuera su propia madre—. Ella no es la sacerdotisa que todos recuerdan, tenemos que evitar que toque las espadas y las junte con la suya. El anciano Myoga me dijo que.. si obtenía el poder de todas las espadas no habría ya nada más que hacer.

—Yo tengo una duda respecto al monje o lo que sea que Kikyo dijo que visitaras —InuYasha y Kagome se miraron, esta última asintió dándole la razón. Ella también tenía dudas sobre eso—. Ese hombre.. fue rápido pero pude olfatear el olor a demonio que provenía de él.

—Puede que su corazón haya sido corrompido en algún momento o simplemente fue poseído —Sango dirigió su mirada al monje. Miroku tenía razón pero es un humano con poderes espirituales de quién hablan. Es extremadamente raro.

—Entiendo que hay seres humanos que son poseídos sin darse cuenta, pero.. ¿ese hombre no entrenaba a la señorita Kikyo? debió sentir que era acechado por algún demonio. Si fue poseído.. seguro lo permitió —La exterminadora no era una mujer con poderes, pero sabía mucho sobre eso.

¿De donde viene nuestro odio? || SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora