8.

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Por un largo rato se miraron de manera desafiante en silencio. Kagome estuvo gritando su nombre constantemente y ahora que lo tenía en frente parecía estar hipnotizada. El hombre de cabello plateado bajó del árbol, su expresión nunca cambió. Sus facciones se mantuvieron en su lugar por la máscara llena de desinterés en su rostro, aunque estaba molesto e irritado por la desesperación de esa mujer.

—¿Y bien? —Preguntó sacando a la azabache de su trance. La chica estaba totalmente ida por esos ojos, efectivamente él tenía los ojos más bonitos.

—Ah —Se sonrojó furiosamente—. Yo.. quiero que me cuentes todo lo que sabes —En respuesta el demonio arqueó una ceja—. Lo que me has dicho desde que me atacaste la primera vez. Quiero que me lo digas todo.

¿Era una broma? Se sentía todavía más molesto. Esa mujer lo había llamado sólo para algo tan estupido como eso.
Sesshomaru le envió la mirada más fría que pudo y obviamente no pasó desapercibida. De su boca no salió una sola palabra. La chica decía que quería matarlo pero parecía bastante amistosa. ¿Quién entendía a los humanos? Sus sentimientos y confusiones él no lograba entenderlas. Tampoco sus decisiones, el mundo de los seres sobrenaturales era muy distinto. Se pensaba de manera rápida y sin dudar o significaría la muerte. Tal vez porque ellos están hechos para luchar eternamente mientras los humanos tienen más cosas en las que trabajar.
Finalmente se dio la vuelta escuchando como la sacerdotisa le decía que se detuviera hasta que su cuerpo chocó contra una barrera. Ella lo había encerrado.

Interesante. Ella sabría ahora que él no era cualquier demonio y no podía jugar de esa manera con él. Volvió a mirar al frente, ella lo miraba directamente con dos dedos enfrente de su pecho para mantener la barrera. —Vas a decirme —Sonó más como una orden que un favor y eso no le gustó para nada.

—Hmp —Subió su mano mostrando de manera amenazante sus garras que adoptaron un color verde—. Si aprecias tu vida será mejor que quites esta barrera.

—Necesito que me lo digas, Sesshomaru.

—No me interesa lo que tú necesites, sacerdotisa. Se supone que soy tu enemigo, ¿crees que amablemente te diré lo que sé? —Su tono salió con burla y Kagome suspiró.

—Nada te cuesta.

—Si no quitas esa barrera en este instante cortaré tu cabeza y la pondré en la puerta del templo —Gruñó. Normalmente él no avisa sobre lo que tiene planeado hacerle a su enemigo, pero con ella lo hacía. Como pidiéndole sutilmente que no atentara contra su vida. No le parecía mancharse las manos para nada.

Kagome quitó la barrera rendida. —No significa que esté siendo amable contigo, asesino —Frunció su ceño y lo dijo con repugnancia—. Sé que eres mi enemigo, y sé que debo acabarte. Sólo intenté decírtelo de una buena forma. Ya no te tengo miedo.

—Sólo dices tonterías.

Una pequeña risa salió de los jóvenes labios de la muchacha y sin aviso alguno sacó su espada corriendo hacia Sesshomaru. Si este no fuera tan rápido hubiera sido cortado por ella, esa espada tenía un poder extraño. De ella salían pequeños rayos. —Si logro vencerte me dirás lo que necesito saber.

Estaba que se echaba una gran carcajada. —Que actitud tan valiente —Reconoció—. Sin embargo, bajo mi poder eso no significa nada. Te advierto que yo no le tengo piedad a mis oponentes.

—No necesito tu estupida piedad —Kagome estiró su brazo desocupado y de su mano salió una esfera de luz celeste.

—Muy bien. Entonces.. ¡Este lugar será tu tumba!

¿De donde viene nuestro odio? || SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora