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—Así.. respira hondo, Kagome. Apunta a tu enemigo.. y dispara.. —La pequeña azabache alzó su dedo y la flecha voló con rapidez y fuerza hasta la manzana que estaba encima de un tronco—. Excelente.. —La mujer sonrió satisfecha y comenzó a caminar de vuelta a su hogar dejando a la más joven sorprendida por su habilidad con el arco -que había mejorado mucho-. Suspiró y miró directamente hasta donde la aldea terminaba y los árboles del bosque comenzaban. Su protectora le había dicho que cuando un demonio poderoso estuviera cerca tendría un escalofrío y si eran espíritus o demonios pequeños sólo sentiría frío.

Se preguntaba que había si atravesaba ese bosque, nunca había salido de la aldea. Nunca había visto una criatura mágica o peligrosa y entrenaba todos los días para acabar con ellas.
Su madre en algún momento fue poderosa, o al menos era lo que su protectora le contaba, hasta que tuvo que acabar con un demonio estando embarazada. La señorita Kikyo había cuidado de ella desde su nacimiento. Midoriko murió después de dar a luz por que su cuerpo estaba muy delicado y ya no tenía energía para recuperarse. Entonces, Kagome nunca logró conocer el rostro de su querida madre y lo que descansa en una pequeña repisa son sólo cenizas. 

dieciséis años pasaron desde aquella tragedia.

Kikyo le contó todo lo que sabía, lo que Midoriko le había logrado contar. Su tía era una princesa que había muerto junto a su primo, un bebé que era mitad demonio.
Kagome se sentía sola algunas veces, significaba que de su familia sólo quedaba ella.

Se movió con la intensión de irse detrás de Kikyo y un escalofrío intenso recorrió su espalda. Sus ojos buscaron con desesperación el dueño o dueña de aquel aura. Se sintió asustada y caminó rápido a su casa, buscando a Kikyo.

—Señorita Kikyo —Habló entrando a su casa y dejando un arco a un lado. Kikyo se encontraba sentada cocinando.

—¿Qué pasa?

—Sentí algo extraño cerca del bosque.. un escalofrío —La mayor se detuvo y miró a Kagome.

—¿De verdad? ¿Por qué no vas a investigar?

La adolescente tragó saliva. —Moriré.

—No lo harás, sabes todos los conjuros y sabes usar el arco —Dijo tranquilamente—. Puedes hacerlo, recuerda el gran poder que tienes. Sal de esta aldea y verás como vas a aprender más de lo que yo sé.

—Iré mañana —Contestó sin más y fue a sentarse en el corredor.

Su aldea era especial, o al menos así lo sentía. No era la única sacerdotisa o persona con habilidades. Habían exterminadores y Monjes, pero nunca habló con nadie. Sabía mucho sobre algunas personas, como Sango. Que es de su edad y es una exterminadora estrella. Tiene un pequeño hermano y su padre es el líder de los exterminadores.
También sabía de Miroku, ya es un hombre grande. Tal vez de la misma edad que Kikyo. Tenía una habilidad de la que todos hablaban pero no sabía qué.

Kikyo dejó de cocinar y fue a sentarse con Kagome. Sentía su miedo, su tristeza y su soledad. Ella tiene mucho tiempo de vivir sola también, pero Kagome llegó para ser una gran compañía. La crió como si fuera su hermana menor.  —¿Hay algo que te molesta? —Preguntó ella, con esa mirada tan tranquila.

—No lo sé.. hay muchas cosas que quiero investigar, tengo muchas preguntas —Suspiró.

—Puedes ir a buscar las respuestas que necesitas, Kagome. Pero tendrás que hacerlo sola, yo no puedo dejar la aldea y lo sabes —La menor asintió—. Puedes viajar al Este y quizás ahí, encuentres lo que necesitas —Kagome lo pensó. Tal vez sí, tendría que conseguir valor de algún lado y buscar lo que necesitaba. ¡Pero sentía tanto miedo! aún no confiaba tanto en sus poderes. Seguro y.. moriría..

—Amo, yo sé que usted siempre tiene sus razones, pero no entiendo por qué hemos venido hasta el centro del bosque a buscar al árbol sabio. —Un pequeño demonio caminaba mirando todo a su al rededor, mientras delante de él caminaba una figura masculina con un cabello plateado y largo, con una expresión tranquila pero una mirada fría y peligrosa. 

—No es algo que te importe, Jaken —El hombre habló con autoridad y se detuvo en frente de aquel árbol antiguo. La criatura pasó su mano por el tronco haciendo que un rostro se formara en él.

—Sesshomaru, que sorpresa es verte por aquí —Habló el rostro formado en el tronco.

Aquel hombre de cabello plateado se quedó en silencio, no tenía nada que decir si el anciano tallado en el árbol lo sabía todo. Sabía todas sus razones, lo conocía perfectamente.  —Sabes que no lo es —Se limitó a decir.

—¿Qué buscas? ¿Por qué tanta ansiedad? si no me equivoco las respuestas que buscas no son de tu presente, si no del pasado.

Sesshomaru siguió en silencio y como dicen, el que calla, otorga. Escuchó con atención lo que aquel árbol quería decirle.

Digamos que.. por casualidades de la vida pasó por una aldea al noroeste del país, en donde sus ojos encontró otros de un color café, tan profundos y llenos de vida.
Estaba confundido, sintió los poderes espirituales de aquella chica. Le recordó a alguien que le quitó la vida a su padre hace muy pocos años en realidad, pero no pensó volver a verla. Tenía entendido que aquella mujer había muerto, no como Izayoi que continuaba con vida.

—Aquella chica que viste es lo que te produce una profunda incomodidad —Dijo por fin—. Esa muchacha es una sacerdotisa muy joven, su madre era Midoriko, la que causó la muerte de tu honorable padre —El ceño del demonio se frunció y apretó sus labios. Esa maldita mujer, había logrado tener descendencia a pesar de haber muerto—. La chica es inofensiva y desconoce por completo la historia de su familia. ¿Planeas atacarla a pesar de que no sepa por qué lo haces?

—No necesita saberlo, pagará lo que su madre hizo y la mandaré al infierno —Sentenció. Además, tal vez ella sólo fingía. Tal vez sabía algo. Tal vez sabía también donde estaban las otras dos espadas de su padre, ya que una de las que el consiguió no era un arma. Era una espada que no servía para nada.

—Sesshomaru, no entiendo tus razones. Tu problema es con la sacerdotisa que murió. Ella es su hija pero no tiene la culpa.

El demonio solamente pasó su mano de nuevo por el tronco y así el rostro desapareció. Tenía que pensar en algo, era sólo una chiquilla. Una mujer ordinaria. La hacían especial los poderes espirituales, esos poderes tan débiles pero que aún así destruyeron a su padre. No lo perdonaría, no perdonaría que su familia fuera humillada de esa forma y esa muchacha, pagaría todo lo que su madre había causado.

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Los personajes tendrán una personalidad tal vez un poco distinta a como son en la serie original.

aquí no existe la perla de Shikon.

¿De donde viene nuestro odio? || SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora