CAPITULO LXVI

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— CEMENTERIO —

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— CEMENTERIO —

La confusión los hizo caer al suelo al llegar al lugar, observaron el lugar y se dieron cuenta que estaban en un cementerio.

Cedric se acercó a Harry para ayudarlo a ponerse de pie, mientras Stephanie y Cassiopeia hacían lo mismo.

— ¿Alguien les dijo que la copa era un traslador? — preguntó Cedric.

Stephanie negó.

— Nadie — respondió Harry. — ¿Sera esto parte de la prueba?

— Imposible — respondió Cassiopeia. — Las pruebas deben ser llevadas a cabo dentro de los terrenos en Hogwarts y estoy segura que esto no pertenece a el colegio.

Todos volvieron a mirarse entre si.

— Saquen las varitas — ordenó Cedric.

Los cuatro sacaron sus varitas, pero la incertidumbre de sentir que eran vigilados era demasiado.

— Alguien viene — dijo Harry y todos dirigieron su mirada hacia el mismo lugar que el chico de lentes.

Vieron a alguien de poca estatura, que parecía tener algo en los brazos, su cabeza estaba cubierta por una capucha y le ocultaba el rostro. Cada vez se acortaba la distancia y lo que llevaba en los brazos parecía un bebé.

Todos estaban totalmente desconcertados, se detuvo a lado de una lápida y solo por unos momentos las cinco personas se vieron entre ellos.

De un momento a otro, Harry se llevó las manos a la cabeza, cayó al suelo y parecía dolerle la cabeza.

Stephanie corrió a auxiliar a su hermano y se arrodilló a un lado. — ¿Estás bien? Harry, ¿que sucede?

— Mata al otro. — se escuchó una voz aguda.

Cedric y Cassiopeia se vieron entre ellos, no sabían a cual de los dos se referían, pero no les dio tiempo de reaccionar.

— ¡Avada kedavra! — se alzó otra voz y un rayo verde surgió de su varita en dirección a Cedric Diggory.

Cassiopeia soltó un grito al ver el cuerpo de el chico caer extendido hacia el suelo, sus rodillas se doblaron y vio como tanto Harry como Stephanie eran elevados por medio de magia.

Los mellizos fueron arrojados hacia una lápida «Tom Ryddle» decía la tumba. Cassiopeia se mantenía de rodillas sin entender que estaba pasando.

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