CAPITULO XLIX

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—LAS SOSPECHAS DE STEPHANIE Y EL HURON—

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—LAS SOSPECHAS DE STEPHANIE Y EL HURON—

Las merodeadoras entraban al comedor más dormidas que despiertas, pues durante la noche no habían podido dormir bien por haber dormido en el tren. Se sentaron en la mesa pero como si estuvieran sincronizadas, terminaron recostando su cabeza y durmieron hasta que alguien las despertó.

— ¿Ustedes no duermen? — Preguntó Fred mientras se servía tostadas con mermelada de fresa.

— Dormimos todo el viaje en el tren y en la noche no teníamos sueño — Stephanie le dijo mientras bostezaba.

Comenzaron a desayunar y la profesora Mcgonagall no tardó en entregarles sus horarios.

— Muchas gracias, Minnie — Cassiopeia dijo mientras veía su horario.

— Herbologia con Hufflepuff y Cuidado de criaturas mágicas con Slytherin — Leila dijo. — Vaya.

Esa mañana tuvieron su primer clase de Herbologia con la jefa de la casa de Hufflepuff, Pomona Sprout, trato sobre los bubotuberculos.

Después, se dirigieron hacia la cabaña de Hagrid dónde tuvieron que esperar a que los Slytherin llegarán.

— ¿Escregutos de cola explosiva? — Repitió Stephanie.

— ¿Y por qué tenemos que criarlos? — Draco Malfoy acababa de llegar y se puso a un lado de la chica Potter.

Hagrid no respondió.

— Si, ¿que hacen? —Insistio el rubio. — ¿Para que sirven?

— Esperemos y estás cosas no te arranquen el brazo — Cassiopeia le dijo y Draco rodó los ojos.

—  Hoy solo tendrán que darles de comer. Pero tienen que probar con diferentes cosas. Nunca he tenido escregutos, y no estoy seguro de que les gusta. He traído huevos de hormiga, hígado de rana y trozos de culebra. Prueben un poco de cada uno.

La clase con Hagrid solo trato de darles de comer, personas como Draco o Pansy lo hacían con total asco pero otras como Leila lo hacía con demasiada paciencia y dedicación.

Las merodeadoras al final de la clase se dirigieron directamente al gran comedor para comer algo.

— ¿Has dimitido en alguna materia? — Le preguntó Stephanie a Emma.

Ella negó.

— Aún tengo el giratiempo — Dijo ella. — Pero al parecer lo usaré muy pocas veces en la semana, tal vez solo una o dos.

— ¿Por qué? — Preguntó la rubia.

— Porque mi horario no choca demasiado como el curso anterior. Lo han acomodado de tal manera que no afecte mi salud mental y física. Aparte, solo no asistiré a Aritmancia porque mi madre se comprometió a enseñarme en sus ratos libres. — Emma les dijo.

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