CAPITULO LXV

75 10 1
                                    

— DENTRO DEL LABERINTO —

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— DENTRO DEL LABERINTO —

Un segundo silbato se escuchó así que los Potter y Diggory serpentaron dentro del laberinto, conjuraron un lumos ya que estaba totalmente oscuro. Stephanie iba a tomar la derecha pero Harry la tomo del brazo para dar vuelta por la izquierda y dejar a Cedric ir por la izquierda.


Stephanie quería decirle a su hermano que quería ir tras Cassiopeia, estaba segura que tres era mejor que dos pero solo se quedó en silencio.

Ambos caminaban en silencio, a lado del otro y con solo la luz de su varita iluminando el camino, en un momento Harry se detuvo mientras colocaba la varita sobre la palma de su mano, utilizaba el encantamiento oriéntame.

Era como una especie de brújula.

Se escuchó el silbato y definitivamente, Fleur acababa de entrar al laberinto.

— Tomemos la izquierda y nomás haya una desviación a la derecha la tomamos. — Harry dijo y Stephanie asintió. Los mellizos se encontraron su camino sin obstáculos y a la pelirroja sin duda le pareció extraño.

— ¿Es raro que no nos hayamos encontrado a alguna criatura? — preguntó Stephanie y Harry ladeó su cabeza mientras pensaba.

El chico no respondió pero la pregunta de su hermana le resonó en la cabeza.

Algo se movió tras ellos y ambos reaccionaron rápido, voltearon y apuntaron sus varitas hacia ahí iluminando el rostro de Cedric Diggory. El Hufflepuff se veía asustado y su manga ardía.

— ¡Los escregutos de cola explosiva de Hagrid! — dijo Cedric entre sientes. — ¡Son enormes! ¡Acabamos de escapar de ellos ahora mismo!

— ¿Escapamos? — preguntó Stephanie y todos voltearon al escuchar el último silbato. — ¿Estabas con alguien?

— Con Cassiopeia, tomo el lado contrario y escapó antes que yo. — Respondio Cedric y después tomo otro camino.

Los mellizos continuaron hasta que se encontraron un dementor el cual resultó ser un boggart, después que se deshicieron de el decidieron correr y después de dar vuelta a la izquierda, tomaron la derecha, nuevamente izquierda.

Se encontraron dos callejones sin salida, así que para no desviarse demasiado decidieron utilizar nuevamente el encantamiento de la brujula.

Cassiopeia tenía todos sus sentidos alerta, primeramente se había enfrentado a los escregutos de Hagrid, así que escapó dejando a Cedric Diggory lidiar con las criaturas. Después con un boggart, se enfrento a una araña que decía un acertijo y lo peor llegó al final.

Caminaba hasta que una ráfaga de fuego se dirigía hacia ella, la chica comenzó a correr y tomo la derecha y luego la izquierda, se tropezó con una rama y no tardó en escuchar un grito cerca. Lo reconoció, sabía que Fleur Delacour había gritado y comenzó a correr aún más, observó el cuerpo de la chica en el suelo y al ver detrás de ella vio que el fuego aún estaba sobre ella.

La carrera siguió, tenía suerte de no encontrarse con callejones sin salida, tenía suerte que aún no se cansaba y tenía suerte sino terminaba calcinada.

Dio la vuelta a la derecha y sintió como chocaba con alguien, ambos cayeron al suelo y volteo de dónde había salido, no había fuego.

— ¡Cassiopeia! — exclamó otra persona y después sintió como la ponía de pie, observó a Stephanie que estaba feliz de estar con ella.

— ¡Phanie! — se dieron un abrazo corto y se miraron, los mellizos notaron a la Black sudorosa y se preguntaban el porque. — Escapaba de una especie de fuego, apareció de la nada.

— Que raro, nosotros acabamos de ver a Diggory y Krum, Viktor lanzó un cruciatus a Cedric y tratamos de llegar a ellos, termine aturdiendolo y lanzamos chispas rojas. Krum está fuera de la competencia. — Explico Harry.

— ¿Ejecutó una de las maldiciones imperdonables? — preguntó sin creerlo la Black y los mellizos asintieron.— Que bueno que ustedes estaban cerca para impedirlo.

Parecieron que se habían puesto de acuerdo, los tres comenzaron a caminar por el mismo camino y estaban seguros que no debían separarse.

Les aliviaba saber que estaba la competencia entre ellos y Cedric, Harry volvió a colocar su varita sobre su mano y Cassiopeia veía maravillada el método.

— ¿Han usado eso durante la competencia? — preguntó y Stephanie asintio. — ¡Brillante!

Harry giro por la derecha y ambas chicas lo siguieron, vieron la luz que desprendía la copa de los Tres Magos y comenzaron a correr. Pero, de repente apareció alguien más, frente a ellos Cedric Diggory se dirigía a toda prisa hacia el objeto.

Cassiopeia estaba resignandose sin bajar la velocidad de sus pies, hasta que algo inmenso se dirigía a Cedric.

— ¡Cedric, a tu izquierda! — grito Harry, el Hufflepuff esquivo la cosa antes de chocar contra ella, pero termino tropezando y su varita se le soltó de la mano.

Una araña gigante se abalanzó contra Diggory y Stephanie sin pensarlo comenzó a lanzar hechizos contra el animal, Harry la siguió y Cassiopeia tardo un poco en unirse.

Harry, atacado por el desespero, comenzó a darle patadas al animal y después Cedric se unió a lanzar hechizos a la araña.

— ¡Expelliarmus! — grito Harry y la araña cedió, soltó a Cedric y se elevó cuatro metros.

Los cuatro alzaron su varita y dijeron: — ¡Desmaius!

Los cuatro hechizos se impactaron en la panza de la araña, lo que la dejo tendida sobre el suelo.

— ¡Harry! ¿Estás bien? — preguntó Cedric y todos vieron que la pierna le sangraba.

— No — Murmuro Harry y Stephanie se acercó a su hermano al notar que no se podía sostener por si solo.

Cassiopeia hizo una mueca y miro a Diggory. — Toma la copa.

Cedric miro a la chica y negó.

— Tomenla ustedes, me han salvado la vida. — Dijo el tejón. — Lo merecen.

— Tu ibas a llegar primero y así era la prueba, quién llegaba primero ganaba — Stephanie le dijo.

— ¡No!

Cassiopeia iba a volver a hablar pero Harry hablo.

— Tomemosla los cuatro.

Todos se vieron entre si y asintieron, se acercaron a la copa.

Se miraron entre si y con un asentamiento acercaron sus manos a las asas.

— A la cuenta de tres, ¿entendido? — Cassiopeia miro a los chicos y todos asintieron. — Uno... dos... tres...

Los cuatro tomaron las asas y sintieron una sacudida en el estómago, sus pies se despegaron del suelo y todo comenzó a darles vueltas.

Las Merodeadoras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora