Hombre con la luna a cuestas

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Avanzaba lento sin tomar descansos. No tenia permitido tomar descansos. Los dioses habían sido inmisericordes en cuanto a su castigo ya que él así lo había pedido. El peso en su espalda le dificultaba la respiración y no dejaba que moviera bien las cansadas piernas. Comenzaba a anochecer en la tierra. Lo sabia por que era el quien llevaba la luna a cuestas, siempre detrás de la noche, siempre persiguiéndola sin jamas poder alcanzarla. Cuando lo encontré estaba tan cansado y triste que no podía moverse. Quite la luna de su espalda y me miro como si le hubiese quitado el mas grande de los pesos, cosa que, de hecho, acababa de hacer. Al levantarse pude ver lo alto que era, la musculatura de sus brazos y espalda. Lo agrietada que se veía su piel. Sentí pena por el. Dejé la luna a un lado y empece a sobar sus rendidos brazos. Lo besé lentamente y nos amamos hasta que vimos que el sol comenzaba su paseo y el debía seguir detrás de la noche. Monté la luna en su espalda. Me preguntó quien era yo.


- Soy quien debo ser ahora, soy todo lo que puedo ser.


Me alejé caminando hacia el sol. Me enteré luego, en el circulo de los dioses que el hombre con la luna a cuestas ya no estaba. Le había mandado una carta a los dioses diciendo:


"La luna ya no es un castigo, el castigo es ahora no saber quien era ella. Ni si siguió siendo aquello que era. Envío mis condolencias a su castigo, por que para mi el castigo ha muerto. Ya no seguiré con el. Les devuelvo la luna y si llegan a verla a ella , díganle que me busque en la galaxia continua que allá estaré; esta vez sin la luna a cuestas."


Dicen que el hombre con la luna a cuestas ya no es el hombre con la luna a cuestas. Ahora es un simple hombre compartiendo amores con una simple diosa. Y lo único que necesitó fue un empujoncito para quitarse una luna a cuestas que el mismo se había puesto ahí.

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