Mujer y morrocoy

1 0 0
                                    

Al montarme en el bus veo a una mujer con una niña pequeña agarrada. La mitad de su cuerpo me es imposible verlo. La niña no debe de tener mas de unos cinco o seis años; le habla a la madre sobre su día. La mujer le responde con cariño a cada frase y a cada pregunta; al verle bien la cara me parece que es muy joven, debe tener unos veintitantos, tal vez tuvo a la niña cuando todavía era adolescente.

De la nada se voltea y observo la otra mitad de su cuerpo. En la mano que estaba escondida lleva una pequeña cesta con huecos a los lados, la cesta no tiene tapa así que si el bus diese un frenazo lo mas probable es que su contenido fuese a parar a quien sabe donde. Un puesto se libera y la mujer sienta a la niña mientras ella se queda parada a su lado; le indica que sostenga la cesta firmemente y con atención. Las pequeñas manos agarran la cesta con fuerza y los ojos de la niña se pegan de su contenido con fascinación. De alguna manera quedo casi pegadas a ellas por el movimiento de la gente y logro observar por fin lo que hay dentro de la cesta; Un pequeño morrocoy con un pedazo de lechuga.

El morrocoy alza perezosamente la cabeza y pareciera que diese un bostezo, los ojitos se mueven lentamente como todo en su cuerpo. La mujer junto con la niña y el morrocoy y yo nos bajamos en la misma parada. Ellas cruzan la calle mientras yo espero para hacer el cambio de línea. Veo en cámara lenta como un carro que iba demasiado rápido y se paso la señal de pare casi las choca. La cesta sale volando por los aires pero cuando la conmoción pasa veo que las dos están a salvo en el otro lado de la calle. La niña rompe a llorar del susto y por su morrocoy, la mujer todavía no puede controlar el temblor de sus piernas; del carro que estuvo a punto de embestirlas ya no queda ni la sombra para seguirle. Automáticamente busco al morrocoy pero se que es imposible, debe de haber muerto por el impacto pero no, creo que lo veo ahí casi en la mitad de la calle. El morrocoy esta caminando hacia ellas con paso lento pero firme. La niñita lo ve y se escapa del abrazo de su madre para ir a su encuentro. Lo coge en sus manos y se lo presenta a la madre. Ambas sonríen. Se toman de las manos de nuevo y siguen bajando por la calle, el morrocoy todavía en la mano de la niña. El autobús en el cual iba a hacer cambio lleva tres minutos de retraso.

M. Figuera

Relatos Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora