El fin del mundo debe parecerse a ti, pensé esta mañana cuando salía temprano al trabajo. La lluvia ácida caía sobre la ciudad mientras esta apenas se despertaba, escupiendo atrocidades de la noche anterior. Durante todo el día la idea no abandono mi cabeza... ¿Y si, efectivamente, el fin del mundo se pareciese a ti?
Llegué a la casa esa noche buscando encontrarte para hablar sobre eso. Apenas entro por la puerta se que no estas allí, lo cual es raro, por que a esta hora del día normalmente ya estas en la casa. Encuentro una pequeña nota pegada a la nevera.
"Recuerda que hoy es jueves. Te amo"
La nota no me dice nada... ¿Qué sucede los jueves? De la nada caigo en cuenta; es el día que la novia de tu amante sale a su clase de yoga y tu te ves con él. Me dirijo a la cocina y saco de la nevera una botella de ginebra que compré hace poco. La sirvo en un vaso corto y como ya esta fría no hace falta colocarle hielo. Me voy entonces a la sala y me siento en el sofá a leer un rato, en algún punto siento como los ojos se me cierran lentamente.
La próxima vez que los abro noto que tengo una manta encima y el vaso que descuidadamente había colocado sobre la mesa se encuentra sobre un posavasos. Estas en casa. Me levantó y te encuentro en la cocina, comiéndote unas sobras del almuerzo de ayer. Te abrazo por detrás. Hueles a sudor y a la colonia que usa él. Te imagino entre sus sábanas, entre sus brazos, tus piernas alrededor de su cuerpo. Una repentina rabia me invade de la nada, siento que incluso el pulso se me acelera. Te volteas y me encuentro con tus ojos, esos ojos que rebosan amor por una sola persona. Por mi.
- ¿Qué tal te ha ido?
- Ya sabes que no hablamos de eso.
Asiento, la verdad es que solamente lo preguntaba por llenar el silencio en la habitación.
- Quiero bañarme... ¿Me acompañas?
Vuelvo a asentir y te cojo de la mano para dirigirnos al baño. Nos metemos en la ducha y te colocas de espaldas a mi. Lentamente enjabono tu cuerpo, quiero quitarte todo rastro de su presencia en ti. Tu también me enjabonas a mi. No hay nada sexual en nuestros actos, es algo mas bien espiritual, una especie de limpieza. Al terminar nos acostamos en la cama y tu colocas tu cabeza sobre mi pecho, veo que apenas la apoyas cierras los ojos, colocas tu dedo índice y corazón en mi cuello, a nivel de mi carótida y presionas suavemente. Nos quedamos quietos en esa extraña posición. Te incorporas y me miras a los ojos.
- Estas vivo.
- Claro que estoy vivo.
- ¿Estás molesto?
- Antes lo hubiese estado, ahora ya no.
- Soy tuya, aunque me acueste con él. Mi alma y corazón te pertenecen a ti.
- Lo sé. Siempre lo he sabido.
Me abrazas fuertemente y siento como poco a poco vas aflojando hasta que te quedas totalmente dormida. En la oscuridad del cuarto mientras acaricio tu cabello me doy cuenta de que no te conté sobre mi idea de todo el día. La verdad es que no hace falta; ahora tengo la certeza. El fin del mundo debe ser exactamente igual a ti. Oscuro como tu piel y ojos, fuerte como tu amor e indudablemente doloroso como el hecho de que seas mía pero igual necesites estar con otro.
M. Figuera
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Relatos Sin Nombre
القصة القصيرةRelatos Sin Nombre son una serie de relatos sin conexión entre si... ¿O si la tendran? Todos tratan sobre diversos temas como el amor, las relaciones, la muerte, el sexo, la lluvia, la violencia, entre otros. Si comentan significaría el mundo para...