Te imagino

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Me acostaba imaginando como sería tenerte a mi lado. Como sería escuchar tu respiración, sentir la áspera palma de tu mano contra mi pecho, que tu aroma y los sonidos de la calle me arrullasen hasta quedarme dormida.

Me despertaba y me imaginaba como sería tenerte ahí, conmigo. Cepillandote los dientes, luchando contra mí para ver quien se veía en el espejo primero, hacer café y que te rieras cuando arrugara la cara porque odio el café.

Cuando iba en el bús me imaginaba que te veía entrar y que tu cara se iluminaba. Te sentabas a mi lado, me decías algo gracioso y cuando me reía me decías lo bella que me veía cuando sonreía. Nos besabamos.

Eso lo imaginaba todo el tiempo. Besarte en la cama, en el baño, en la cocina, en los buses, en la disco. Que te besaba cada parte de tu anatomía. Total, para eso se había creado tu cuerpo: para ser besado infinitas veces por mí. Para que mis labios se deslizaran por tu piel y mis manos se amoldaran a tu carne. También para eso había sido creada yo; para hacerte el amor hasta que en tu cerebro se acoplase la idea de que estabamos hechos el uno para el otro.

Siempre me acostaba imaginando como sería tenerte al lado. Siempre terminaba dandome cuenta de que no lo estabas. Y no se que dolía más: el imaginarte y que los pensamientos quedaran grabados a fuego en mi mente y mis manos o el saber que no solo no estabas a mí lado, sino que probablemente tenías en tus brazos a otra mujer que no era yo.

Relatos Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora