Niños extraterrestres

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Existen dos niños jugando en el patio trasero de una casa. Uno es visiblemente más grande que el otro, probablemente le lleve unos dos o tres años, sin embargo el pequeño se ve más avispado, más curioso. Al verlos de cerca notamos ciertas similitudes en sus rasgos y concluimos que son hermanos. Eso explicaría porque están jugando juntos a una hora donde deberían estar en la escuela; deben estar jugando a policía y ladrón o tal vez a los vaqueros ya que llevan las manos en esa graciosa posición que asemeja a una pistola. El menor se recuesta contra un tronco y espera que el mayor no lo vea, no esta en un buen sitio y sabe que lo pueden descubrir en cualquier momento. Sale sigilosamente de su escondite y de la nada, se encuentra cara a cara con su oponente; el mayor jala el gatillo y el menor cae suavemente al suelo, claramente haciéndose el muerto. Al haberse terminado el juego ambos se sientan sobre el pasto a observar los bichos que ahí viven, en el pequeño mundo que representa el jardín. El mayor entonces se inclina hacia el menor, como si le fuese a confiar un secreto.

- ¿Sabías que somos extraterrestres?

El menor lo mira sorprendido. Y automáticamente niega con la cabeza.

- ¡Estas mintiendo! Eso es imposible.

El mayor no se deja intimidar y continua.

- Y tú eres más extraterrestre que yo.

- ¿Cómo lo sabes?

- Por que lo sé. ¿Acaso no confías en mi?

- Si confío pero quiero saber.

- Es la tecnología. La entendemos demasiado bien. Y somos también nosotros, no nos entendemos bien con las demás personas.

- Pero tu y yo nos entendemos.

- Si. Nosotros si, son los demás los que no. Por eso somos alienígenas.

- ¿Realmente es así?

- Si.

- Somos extraterrestres.

- Así es.

Se miran intensamente por un instante, sabiendo la gravedad de las palabras pronunciadas en la conversación, entendiendo el secreto que se acababa de crear.

De pronto ambos niños levantan la cabeza en dirección a la ventana y asienten, entran corriendo a la casa para no ser vueltos a ver.

Años después, cada uno de ellos en su respectiva casa, se preguntarían si alguna vez habrían dejado de ser extraterrestres. Si alguna vez habían sido capaces de conectar con otro ser humano de la misma manera que habían conectado ese día entre si hacía más de treinta años.

M. Figuera

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