-¿En que piensas?
- En aquello a lo que le tengo miedo.
- ¿A qué le tienes miedo?
- A lo que le tenemos miedo todos. Al olvido.
Me mira sin comprenderme. Puedo leer en sus ojos la duda. Estamos desnudos en su cama y el impacto de cientos de gotas de lluvia contra la ventana nos arrulla. Lo pego contra mi cuerpo para darme calor y me propongo a explicarle.
- Todos los seres humanos queremos lo mismo. La inmortalidad. Por ende le tememos a lo contrario, a ser olvidados. Que nadie vuelva a pronunciar nuestro nombre. Que nadie recuerde la energía de nuestro cuerpo.
- Eso es una tontería, nadie puede acordarse de alguien para siempre.
Sonrío. Dios santo... Cuanto le falta por aprender.
- Hay personas que han vivido por mucho tiempo. Grandes reyes, científicos y mártires. Mientras la especie humana continué no serán olvidados. Pero los demás... Los demás nunca más volveremos a existir.
- ¿Tú quieres vivir para siempre?
- No solamente yo; todos. Cada ser humano, en el fondo de su ser, desea ser inmortal. Desea ser Dios y vivir para siempre.
- Yo no quiero eso.
- Claro que si. Cada vez que tomas una foto, por ejemplo, deseas que todos la admiren, que cause un impacto, que cambie una vida. Y eso en el fondo es querer ser inmortal. Desear cambiar el mundo es el acto más humano que hay y también lo que más nos acerca a Dios.
- Nunca lo había pensado de esa manera.
- Eso es porque no piensas demasiado con esta cabeza sino con la otra.
Me mira molesto. Cuanto me encanta. Se voltea y me coloca debajo de su cuerpo caliente.
- ¿Por qué siempre estás tan fría?
- Porque soy un espectro.
- No lo eres. Puedo sentir la humedad entre tus piernas y eso es algo que ningún fantasma es capaz de fingir.
Me río.
- ¿Y que piensas hacer con eso?
- Pues ya que dices que no pienso sino con la otra cabeza te voy a demostrar que más puede hacer.
Nos reímos mientras me toma. Las ventanas se empañan con nuestros gemidos y cuando llegamos a la cumbre ambos gritamos los nombres del otro. Queda arrullado contra mi y le acarició el cuello. Trazo pequeños círculos en su espalda mientras escucho su respiración pausada. Afuera continúa lloviendo.
Comprendo que jamás podré vivir para siempre. Comprendo que dentro de nada se despertará y me llevará a mi casa. Que mañana no seré yo sino otra. Sin embargo justo antes de que se despierte para reclamar mi cuerpo una vez más comprendo una última cosa... Que tal vez la inmortalidad si existe. Existe entre estas cuatro paredes, en el momento en el que está dentro de mi y los 15 segundos eternos de un orgasmo a su lado.
En ese momento sé que voy a vivir para siempre. Jamás seré olvidada. No mientras él exista y el suelo bajo nuestros pies este aquí.
M. Figuera
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Relatos Sin Nombre
Short StoryRelatos Sin Nombre son una serie de relatos sin conexión entre si... ¿O si la tendran? Todos tratan sobre diversos temas como el amor, las relaciones, la muerte, el sexo, la lluvia, la violencia, entre otros. Si comentan significaría el mundo para...