Era jueves por la tarde. Se encontraba sentada en un banco de una plaza. Había llovido en la mañana y todo estaba mojado, frío y solo. Silencio. Sacó una bolsa con maíz para las palomas y regó un puñado. Enseguida se acercaron una veintena de palomas mojadas, alegres de que alguien se había apiadado de ellas en un día tan frio.
Suspiró y se recostó en el espaldar del banco. Cerró los ojos y enseguida sus sentidos se impregnaron de ese recuerdo.
Estaba recostada en su hombro en su cama y podía ver el delicado subir de su pecho. Sus labios estaban un poco abiertos y afuera hacia tanto frío que las ventanas se encontraban todavía empañadas de lo que habían hecho hacía por lo menos una hora. Levantó su mano y dibujó su perfil encima de su rostro, primero su frente, su nariz, su boca, su barbilla y su delicado cuello. Bajó la mano y dibujó formas desconocidas en su pecho. El se había despertado suavemente por las cosquillas que le producía. Le agarró la mano y la subió hasta sus labios donde besó sus dedos con devoción. Y la miró a los ojos. Ella se encogió y desvió la mirada por que no le gustaba cuando llegaba y la miraba tan intensamente, con esos ojos marrones como la tierra misma.
- Me despertaste - Le escuchó decir con su voz gruesa pero delicada y somnolienta también.
Ella lo miró y lo besó.
- Perdoname, no era mi intención...
- Puedes despertarme cuándo quieras. Cómo quieras. Por lo qué quieras. Soy tuyo.
Ella sintió que una oleada de calor la recorría y la invadía. Se coloco arriba de el y lo volvió a besar. Sintió su calor contra el de ella y recordó que estaban desnudos, cosa que en el momento le había dado muchísima risa.
- ¿De que te ríes?
- Estamos desnudos, sin un poco de ropa siquiera entre nosotros.
- Si.. Así me gusta, te puedo sentir toda.
Y se abandonaron, se abandonaron al deseo de estar unidos, de estar dentro el uno del otro sin que nada pudiese separarlos. El poso sus manos sobre su cuerpo y ella respiro directo de el. Se amaron sin barreras, con fuerza, sabiendo que siempre estarían juntos por qué era como debía ser. Cuando habían llegado a la cumbre y habían vuelto a bajar ella se colocó a su lado y el la abrazó para que ella jamas pudiese salir e irse lejos.
- No tienes que apretarme tanto, no iré a ningún lado.
- Perdón, solo tengo miedo de perderte.
- No lo tengas, yo también soy tuya. Tu me encontraste. Tu me tienes.
El sonrió y la besó. Se quedaron dormidos. Afuera todavía hacia frio.
Ella abrió los ojos y las palomas ya no estaban. Sintió que una lagrima recorría sus ojos. Y de pronto sintió que algo brillaba a su derecha. Se volteo y lo vio, lo vio como siempre lo había visto. Un ángel, su ángel.
- Volviste.
- Perdoname por haber tardado... ¿Estás molesta?
- No, sabia que volverías.
- Bien. ¿Nos vamos?
- Si.
Se levantó, se arregló el pelo y se agarraron de las manos sintiendo el contacto del cual no habían gozado en un tiempo.
- ¿Es muy lindo?
- Es precioso aunque nada comparado contigo.
Ella se sonrojó.
-¿Recuerdas cuando dijiste que te había encontrado?
- Si y lo has vuelto a hacer.
- En realidad tu me encontraste a mi, siempre has sido tu mi salvadora.
Se detuvo y lo besó. Asintió y empezaron a caminar hacia el túnel que reclamaba su presencia.
Se devolvió a ver. La muchacha todavía estaba sentada en el banco del parque, con su bolsa de maíz en las manos.
- Es raro verse desde afuera.
- Si pero uno se acostumbra.
Y caminaron. Caminaron lejos del ruido, de la ciudad y se elevaron. Se elevaron hacia caminos mas llenos de luz, donde nada jamas volvería a separarlos.
La muchacha en el banco allí se quedo, hasta que unos hombres la encontraron unas horas después. Pero tenia una sonrisa en los labios. La sonrisa de haber encontrado y haber sido encontrada.

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Relatos Sin Nombre
Short StoryRelatos Sin Nombre son una serie de relatos sin conexión entre si... ¿O si la tendran? Todos tratan sobre diversos temas como el amor, las relaciones, la muerte, el sexo, la lluvia, la violencia, entre otros. Si comentan significaría el mundo para...