Se encuentra a su lado, dándole la espalda. Acaban de hacer el amor y nada más terminar él se ha volteado, ella entonces ha cerrado los ojos. Siempre que hace eso le parte el alma. Una vez que la respiración de él se calma, ella abre los ojos. Ve el pequeño cuarto donde están, la cama fría y ajena, el cuerpo de él sin rozarla siquiera y el mayor campo de visión lo ocupa la parte posterior de la cabeza de él. Tiene un lunar en la mitad de la nuca. Durante el tiempo que tienen juntos ella siempre ha querido contárselos, que quede constancia de ellos; sin embargo nunca se ha atrevido a pedírselo. Demasiadas cosas que nunca se ha atrevido a pedirle. Demasiados años amándolo en silencio, cuando todo el mundo duerme.
Baja la mirada hacia su espalda y comienza a conectar los puntos, creando pequeñas constelaciones en su espalda. Le comienza a besar el omóplato y a recorrer el perfil de sus hombros y ruega a los cielos que nunca le permitan que se olvide de este momento. Continúa durante varios momentos y siente miedo por lo que viene, sabe que él la dejará otra vez, sabe que volverá a sentirse sin su calor y eso le romperá el corazón. En algún momento él se voltea y la mira, sonríe, pero ella sabe que piensa en otra, en la que estuvo antes y en la que estará después pero nunca en ella, él nunca piensa en ella. Si pensara en ella no fuese capaz de abandonarla y recogerla a su antojo. Si pensara en ella... Tal vez se diese cuenta de que cada día comía menos, de que las ojeras crecían y crecían y de que el cabello se le estaba cayendo. Pero no piensa en ella y ella tampoco quiere pensar más en él. Se levanta y comienza a vestirse, en silencio, mientras él sigue durmiendo. Se acerca a él y le besa suavemente; vuelve a rogar que nunca se le olvidé ese sabor ni esa textura. Se queda un rato observándolo hasta que él abre los ojos, aquellos pozos negros donde ella podía nadar durante horas, aquellos que nunca rebozaron amor por ella.
- ¿Qué estas haciendo?
- Me voy ya.
- ¿Tan pronto?... Si quieres te llevo.
- No hará falta. Gracias.
- ¿Para donde te vas?
- Me voy para siempre.
A él se le cortó la respiración. Sintió como ella lo volvía a besar y desaparecía a través de la puerta. Se quedo un rato en silencio, analizando lo que acababa de suceder. ¿Por qué de repente se sentía tan vacío? La puerta se comenzó a abrir y a él se le dibujo una sonrisa en la cara, sin embargo no fue la cara de ella la que se asomó por la rendija sino la de su esposa.
M.Figuera
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Relatos Sin Nombre
Short StoryRelatos Sin Nombre son una serie de relatos sin conexión entre si... ¿O si la tendran? Todos tratan sobre diversos temas como el amor, las relaciones, la muerte, el sexo, la lluvia, la violencia, entre otros. Si comentan significaría el mundo para...