Sobre la tierra

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Todos los días muero.

Todos los días revivo.

Ambas son las consecuencias de tu amor.

Me encuentro sola, en una caja de piedra, anhelando el calor de tu piel.

En la oscuridad de mi ser apenas se escuchan susurros, pequeñas palabras sueltas al azar.

Tu nombre se encuentra grabado en las paredes de la cueva de mi alma.

Llegas un día y al siguiente te vas, y aunque quisiera, no puedo seguirte el ritmo.

Me quedo atrapada en tus palabras perfumadas.

En tus manos suaves que me acarician.

En el infierno que desatas dentro de mi cada vez que mis ojos se encuentran con los tuyos.

Por que eso eres tú: el infierno. Y al mismo tiempo... el cielo sobre la tierra.

M. Figuera

Relatos Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora