Parte sin título 65

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La pequeña solo asintió, Micaela la siguió abrazando y no dijo nada, todo era silencio en la habitación.

- Porque no sales a ver el jardín, seguro que te sentirás mejor con eso, una empleada te puede guiar, es bueno que estés acá. –decía el duque mientras le sonreía a la pequeña

Ella asintió y salio del cuarto, una vez que la pequeña salió nadie dijo nada, después de unos minutos Micaela se paró y aventó un jarrón.

- Maldita sea, acaso saben cuánto daño están ocasionando, que es lo que quieren esos malditos. –decia Micaela muy molesta.

- No te alteres tanto, es malo para tu salud. –decía el duque tratando de calmar a Micaela.

Mientras ellos seguían hablando en la habitación, Arthur y Denis estaban pensativos al escuchar la conversación.

- No pensé que se atrevieran a tanto. –decía Denis molesto

- Ellos ya no son personas, pero tenemos que hacer como que no escuchamos nada. –decía Arthur intentando calmarse.

Denis asintió, luego regresaron el cajón a su sitio y salieron del cuarto.

- Sabes me dio hambre, porque no vamos al jardín a beber algo. –decía Arthur mientras miraba a Denis.

Denis asintió, ya que sabía que es lo que quería Arthur.

Una vez llegaron a descansar al jardín observaron a la pequeña mirar las plantas con gran asombro.

- Parece que te gustan las plantas. –decía Arthur.

- Si, se algo sobre ellas, con verlas se puede saber su familia, son muy interesantes. –decía emocionada

- Me llamo Arthur, ¿Cuál es tu nombre?

- Elisa. –decía la pequeña dudando.

- Porque no nos acompañas a comer algo, mi amigo se llama Denis

Ella asintió y comenzaron a beber y comer, las empleadas solo observaron que la cara de la pequeña ya no estaba tan sombría. Al menos en ese momento la pequeña despejo su mente, ya no estaba tan preocupada por lo que pasara en el futuro, al menos estas personas la protegerán.

Casi al anochecer Micaela seguía enojada en su cama, tenía mucha ira acumulada, como dejarla salir, tenía que golpear algo, el duque solo observo a Micaela y le dio unos masajes.

- Solo cálmate, aun no es el momento, pero pronto los haremos pagar.

- Están frustrante no poder hacer algo. –decía Micaela molesta

- Lo sé, solo un poco más, y ellos nunca existirán, si nos lo proponemos el reino será nuestro, si quieres te convertiré en reina.

Micaela se sorprendió por las palabras del duque.

- No digas tonterías, con hacerlos sufrir me basta.

El duque asintió.

- Lo que diga mi esposa, pero que tal si mañanas sales a pasear con los chicos, quiero estar solo en la mansión porque tengo que hablar de algo con los empleados.

- Ummm, está bien, pero no los vayas a regañar, han hecho un trabajo, voy a comprar muchas cosas. –decía Micaela emocionada.

- Te daré suficiente dinero para compres el pueblo si quieres, no te preocupes por nada. –decía el duque mientras besaba la frente de Micaela.

- Lo sé, te lo agradezco mucho, no voy a comprar mucho, solo algunas cosas para todos, también comprare cosas para Elisa y umm......, no me toques ahí. –decía Micaela porque el duque le estaba masajeando los pechos.

- Pero esto también necesita ser masajeado. –decía el duque mientras comenzaba besar el pecho de Micaela.

Micaela lo dejo continuar ya que también lo disfrutaba, sentir las manos del duque se sentían muy bien, recorrían todo su cuerpo, sentir esas manos grandes masajearte todo el cuerpo por lugares que nunca imaginarias, Micaela se dejó llevar y con sus manos comenzó a sostener aquella cosa que la hacía gemir, suaves masajes con sus manos, con una mano acaricia la punta y con la otra que sube y baja. Esa noche Micaela olvido por un momento su ira y dejo que el duque la presionara toda la noche.

En la mañana Micaela se despertó algo adolorida, pero recordó su paseo y se animó.

- Creo que me excedí anoche, pero ya no duele como antes, me estoy volviendo resistente, tengo que comprar mucho. –pensaba Micaela felizmente.

Mientras Micaela tomaba un desayuno ligero, sus hijos y el duque comían carne.

- ¿A mamá no le gusta la carne? –preguntaba Esteban

- No es eso hijo, es solo que mi estómago se siente algo cansado y la carne me caería mal.-(aunque quizás el problema no sea mi estómago –pensaba Micaela)

- ¿Por qué el estómago de mamá está mal?

El duque solo miro a su hijo y Micaela se comenzó a sonrojar

- Pero este niño no sabe cerrar su boca, de verdad parece un estorbo. -pensaba el duque

Micaela no sabía que responder a su hijo, cuando Arthur intervino.

- No es eso, es solo que las mujeres tienen un estomago ligero, además que prefieren las frutas y vegetales.

Esteban asintió a lo que dijo su hermano, aunque Arthur sabía lo que a su madre le pasaba, solo que evitaba pensar en eso, pero de pronto se le ocurrió algo y lo dijo sin temor.

- Sería bueno que madre tuviera una hija.

Al momento de decir estas palabras el duque boto el jugo que estaba tomando y Micaela comenzó a toser.

- Que dices Arthur, no creo que eso pase. –decía Micaela mientras se limpiaba con una servilleta.

- Pero no tiene nada de malo pensar en eso. –decía Arthur

- Micaela paso por muchas cosas ahora, no sería conveniente tener un hijo ahora, solo el tiempo lo dirá. –decía el duque

Arthur solo asintió, y no dijo más, después del desayuno Micaela se preparó para partir, esta vez Denis fue su escolta, Jhon se quedó para hablar con el duque, Harold tomo el desayuno temprano y partió a su casa para ver los preparativos que faltaban.

Luz de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora