Parte sin título 67

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Lucrecia y la jefa de sirvientas asintieron y se retiraron. Luego entro Jhon a la habitación.

- Imagino que estas al tanto de lo que está ocurriendo.

- Así es, algo me dijeron.

- Bueno puedes comenzar con tu nombre.

- Yo me llamo Daniel, mis padres eran sanadores pero lastimosamente ni mi hermana ni yo tenemos el cabello negro, en mi clan por así decirlo a los que no son de utilidad los separan, no éramos los primeros niños que no nacían con cabello negro de los sanadores, a los que nacen así los llevan a otro lugar y los cuidan por separado, a algunos los llegan a vender, nos entrenan para pelear por ellos o para asesinar a quienes consideran enemigos, mi madre se opuso a lo que nos hicieron, pero a mi padre no le importo lo que pasara con nosotros o con mi madre, lo que le obligan a hacer a las mujeres es horrible. –decía Daniel con furia

- Algo me contaron, pero me puedes asegurar que si me opongo a los sanadores recibiré el apoyo de los que son marginados o esclavizados como tú lo fuiste.

- Puedo dar mi palabra y le hare un juramento, cada vez nacemos más que no tenemos el cabello negro, lo que yo viví nadie quiere vivirlo, conozco a esas personas, puedo hablar con ellos, nadie quiere seguir con los sanadores solo unos cuantos.

- Eso es bueno, pero de una vez te digo que no los pienso atacar ahora, tendrán que esperar y no tienes de que preocuparte por tus amigos, encontraremos la forma de protegerlos. –aseguraba el duque

- Se lo agradezco mucho, se lo pagare de alguna forma. –decía Daniel con lágrimas.

- Mientras me des buena información es suficiente, el que vez a mi costado es Jhon, es mi escolta personal, cualquier cosa que necesites se lo puedes decir, espero poder ayudarte y que me ayudes, porque tarde o temprano desapareceré a los sanadores. –decía el duque firmemente.

Mientras Daniel se estaba retirando, dudaba por salir y el duque lo noto.

- Puedes decirme si algo te incomoda.

- Esto...como decirlo, bueno es que cuando nosotros no obedecemos alguna orden nos torturan en una pequeña cabaña alejada.

- Eso sí puede ser útil, algo más.

- En una ocasión me encontré con la señora Micaela, pero no sé si ella me recuerde.

Al escuchar esas palabras el duque puso más atención a lo que decía Daniel.

- Nunca se atrevieron a golpearla, pero si la amarraban por días y no la alimentaban, ella era alguien que peleaba siempre, no le cuento esto de forma casual, es que mientras me torturaban escuche decir entre ellos, que, aunque tenga el cabello negro y no pueda curar quizás sus hijos sean sanadores solo si se acostaba con un sanador.

Daniel dijo esas últimas palabras con duda, pero el duque no reacciono y solo lo despidió.

- Gracias por decirme esto, después te presentare a Micaela.

El duque solo se quedó pensativo en su estudio, tenía que esperar a Micaela para poder contarle lo que sabe.

Mientras tanto Micaela estaba disfrutando de sus compras, cuando se le ocurrió ir a Sunli.

- Tenemos que festejar, vamos a comer cosas deliciosas. –decía Micaela alegremente.

- ¿Pero qué vamos a celebrar? –preguntaba con duda Elisa

- No tengas miedo de preguntar mi pequeña, festejamos que ahora estés con nosotros y también la boda de Ivon.

Ivon se sonrojo de escuchar eso, y Arthur y Denis se sorprendieron, aunque conocían con quien se iba a casar no pensaron que sucedería tan pronto.

- Señora no diga eso, me da vergüenza. –decía Ivon sonrojada

- No te preocupes, tenemos que festejar, por eso vamos a comer algo, después de que te cases te extrañare mucho. –decía Micaela mientras abrazaba a Ivon.

- No se preocupe mi señora, siempre estaré con usted, no me iré de la casa, me quedare con usted.

- Como lo puedes decir de manera tan ligera, cuando te cases tienes que vivir con Jhon y ya no podre verte, también tendrás hijos.

- No se preocupe por eso, viviremos cerca de la casa y Jhon seguirá trabando para el duque y yo seguiré con usted, lo resolveremos, y si tengo un hijo lo llevare a la mansión para que sea un caballero de la familia Sartel. - Decía de forma risueña Ivon.

Micaela también estaba feliz por lo que decía Ivon, le agrada poder hablar con Ivon y le afectaría si se separaran.

- No te preocupes Ivon si tienes un hijo o hija tendrá todo el apoyo de la familia Sartel. –decía Esteban de manera confiada.

Micaela también asintió a lo que dijo su hijo, todos festejaron ese momento, vivir un paso a la vez, al menos eso pensaba Micaela cuando miraba como se desarrollaban las cosas.

Al llegar a la casa el duque recibió a Micaela, Micaela mando a repartir las cosas que compro.

- Micaela, me alegra que vinieras, tenemos a nuevos trabajadores.

Micaela estaba feliz de escuchar esto, el duque los presento a cada uno, pero cuando Micaela vio a Daniel se sentía extraña.

- Yo te he visto en algún lugar, déjame recordar. –decía Micaela

Cuando menos se lo espero Micaela se sintió algo mareada, pero el duque la sostuvo de manera ligera.

- No tienes que hacer ningún esfuerzo, después lo recordaras, por el momento descansa. –decía el duque.

Micaela negó con su cabeza y comenzó a llorar, ella lo recordó, una memoria llego a su cabeza, antes de reencarnar la verdadera Micaela conoció al joven mientras era torturado, al recordar eso Micaela se sintió mal por no poder ayudar al joven antes, se acercó y abrazo al joven sin pensarlo.

- Yo lo lamento tanto, nunca te pude ayudar, ni siquiera ahora, perdóname por todo lo que sufrieron. –decía con lágrimas Micaela

- No llore por mi señora, no me lo merezco, además ahora estoy bien y mi hermana está conmigo, no tiene por qué sentirse mal por nosotros.

Micaela asintió, el duque al ver esta escena se acercó de inmediato y separo a Micaela y la llevo a su cuarto.

- Nosotros nos vamos a descansar, Arthur lleva a tu hermano a dormir, nos vemos mañana. –se despedía el duque

Arthur asintió a lo que dijo su padre, mientras Micaela descansaba en la cama el duque la consoló.

- No tienes que estar triste, todo va a mejorar, los vamos a desaparecer, pero nos va a tomar tiempo. – decía el duque mientras besaba las manos de Micaela.

Micaela asentía, se limpió las lágrimas y abrazo al duque.

- En todo lo que necesites te ayudare, yo también quiero que paguen, por lo que le hicieron a mi hijo y por lo que le hicieron a ese pueblo. –decía Micaela enojada.

Luz de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora