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Tras la presentación y una vez dentro de la mansión, Agatha no pudo dejar de mirarle. No se fijó ni en lo guapo ni rico que era, sino en que a lo mejor sí podría convertirse en su amigo y pasar el verano juntos. Agatha estaba muy emocionada, esperaba a que llegara la hora de después de la cena para poder por fin hablar con él. Se llamaba Maximiliano, tenía un año más que ella y no sabía nada más porque, aparte de la presentación, no había vuelto a abrir la boca. La cena fue tranquila y correcta. Agatha entendió que entre los padres se estaban llevando muy bien. Las jóvenes hermanas intercambiaron alguna palabra con su hermano en privado y poco más, se aburrían, pero estaban más que acostumbradas a ello. Compartieron algún comentario cordial con Agatha, eran simpáticas, pero muy mayores para ella.

Pasó la cena y ella no había separado su mirada de él en todo momento, tenía muchas ganas de conocerlo y de enseñarle todo. Algo en ella le decía que ese chico no era como los demás. De vez en cuando sus hermanas soltaban alguna carcajada porque su hermano se sentía intimidado por ella, Agatha se percató de ello y paró, había sido egoísta, no había pensado en cómo se podía sentir él siendo todo nuevo para él y encima que en su primera cena una de los huéspedes le acosara con la mirada. Se sentía avergonzada, no volvió a mirarle en un buen rato.

Después de la cena, los padres se retiraron a hablar mientras fumaban puros caros y exóticos. Las madres se quedaron sentadas en los sofás tomando té junto con Agatha y los hermanos de la familia Mozzi. Agatha intentaba evitar lo más que pudiera el contacto visual con Maximiliano. De repente, las hermanas se dirigieron a Agatha:

· Oye cariño, ¿está muy lejos el baño?

· Oh, no, está al final del pasillo, si quieres te acompaño.

· No lo digo por mí. Sino por Maximiliano, desde hace rato que quiere ir, pero no se atreve a preguntar.

De pronto, el muchacho se acerca con timidez y le lanza una mirada asesina a su hermana mayor. Esta, junto con su otra hermana se ríen. Agatha no entendía la situación, ¿era toda una broma?

De pronto, Margot desde el sofá dice:

· Cariño, no te preocupes por preguntar, el baño está al final del pasillo principal

Agatha pudo notar cómo la cara del joven italiano se volvía roja. Este se incorporó de su sitio, asintió con la cabeza y se dirigió con paso firme, pero mirando al suelo, hacia su destino.

Tanto las madres como las hermanas mayores se rieron, pero Agatha no entendía por qué, ¿Qué les hacía tanta gracia? ¿se estaban burlando de él? ¿por su timidez?

Pasaron un par de minutos y Agatha se escabulló como mejor pudo.

En la puerta del gran baño para invitados, Maximiliano con las manos húmedas todavía salía con el mismo paso firme que el de antes. Sin embargo, entre las altas columnas del pasillo principal dando un aspecto de lujo y poder, estaba Agatha.

· Hola

Maximiliano dio un salto y por poco grita del susto.

· Perdón. No quería asustarte. Eh... yo solo quería pedirte disculpas por lo de antes

El joven la miraba con los ojos bien abiertos. No dijo nada. Ni se inmutó.

· Eh... ya sabes, por acosarte visualmente. Imagino que no fue lo más conveniente cuando ni siquiera te conozco. No volverá a pasar. Tenía la necesidad de disculparme.

Maximiliano, seguía sin pronunciar palabra, no sabía qué decir, ni cómo reaccionar.

· Quiero que sepas que respeto tu timidez, es peculiar y diferente a lo que suelo ver en personas de esta alta clase. Es más, diría que eres igual de raro que yo.

Eso último sorprendió aún más a Maximiliano. ¿raro?

Se quedaron unos segundos mirándose.

· Oh, a lo mejor te estoy volviendo a incomodar. Discúlpame.

Agatha se dio la vuelta y se dirigió hacía el gran salón de nuevo hasta que de pronto se para, se gira de nuevo hacía él, se acerca y extendió brazo con la mano abierta:

· Soy Agatha, y me gustaría ser tu amiga

Dijo ella con una gran sonrisa en su cara.

Maximiliano la miró a ella primero y después a su mano. Sin saber muy bien cómo, extendió su brazo y le devolvió el saludo.

· Maximiliano, encantado.

Fue ahí cuando Agatha suelta una carcajada de felicidad, se da la vuelta y regresa con los demás dejando al joven italiano de pie en mitad del pasillo asimilando lo que acababa de ocurrir.

Ambos amigos no volvieron dirigirse la palabra durante la noche.

Agatha se fue a dormir contenta y dando gracias a Dios de que le haya escuchado.

Al día siguiente, Agatha sin pensárselo, justo después de sus clases fue directa a la gran mansión de los Mozzi con la intención de volver a ver a Maximiliano.

No quería saludar a la familia entera con protocolos aburridos pues lo que hizo fue esconderse entre los arbustos de la vez anterior esperando a su presa.

Pasaron unos largos minutos y finalmente le vio, era él, su amigo. Para su fortuna, no parecía que hiciera nada en especial pues tenía la mirada ida, y su ritmo al andar era vago y lento. Tirándole unas pequeñas piedritas logró llamar su atención.

Maximiliano sorprendido de encontrarse a ella entre los arbustos preguntó

· ¿qué hace aquí? Madame De la Iglesia

· No me vuelvas a llamar así, soy Agatha, te lo dije la otra vez

Maximiliano seguía sin entender qué estaba ocurriendo.

· He venido a verte

· ¿A mí?

· Sí, ¿quieres jugar?

· ¿cómo?

· Que si quieres jugar, o que te enseñe el pueblo, lo que quieras, tenemos todo el verano para planear cosas

El joven se quedó callado y en ese instante apareció un empleado de la casa para lo que Agatha agarró al chico y los arrastró a dentro de los arbustos

· ¿qué haces?

· Lo siento, pero como me descubran puedo meterme en un problema con la señora Sabadell

· ¿quién es la señora Sabadell?

· Mi tutora, la que me tiene prohibido coger estos caminos

· ¿y por qué lo haces?

· Ya te lo he dicho, por qué quería verte

Silencio, y de nuevo Agatha vio cómo se sonrojaba. Ella sonrió.

· Bueno, entonces ¿a dónde vamos?

· Yo no puedo ir a ningún lado

· Por qué

· Pues porque no puedo irme sin pedir permiso

· Escabúllate como yo, nadie se dará cuenta

· No puedo

Agatha lo miró con decepción, pero no quiso insistir. Resopló.

· Está bien, volveré mañana. A ver si cambias de opinión.

Se incorporó y salió corriendo adentrándose por el camino del jardín

Maximiliano la siguió con la mirada hasta que la silueta de la joven desapareció entre los árboles. Nunca había conocido a nadie como ella, en tan solo dos encuentros cortos le había sorprendido mucho.

Agatha conoce a Maxi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora