-9-

119 8 0
                                        


Durante la cena, Agatha puso todo su empeño en no sonarse la nariz ni estornudar. Aún seguía fantaseando con aquel maravilloso paraíso que le había enseñado su amigo. Apenas probaba bocado, fue Maximiliano, que estaba delante suyo, quien le dio una ligera patada para hacerla volver al mundo real.

Como en todas las cenas, las conversaciones que ofrecían los adultos eran vacías y aburridas. Agatha no prestaba atención alguna. De pronto, su madrastra Margot sacó un tema que sorprendentemente captó toda la atención de la joven constipada.

· Hemos decidido que este verano iremos a la casa en Marbella, nos vendrá bien unos días de descanso.

· Oh, qué fantástico. ¿cuándo os iríais? - preguntó la señora Mozzi.

· En un par de semanas. - confirmó el padre de Agatha – yo tengo asuntos de trabajo que debo resolver y a Margot le pareció buena idea ir todos.

De repente, un fuerte y grotesco sonido de que alguien se había sonado la nariz vulgarmente interrumpió la conversación. Evidentemente fue Agatha, aquella niña con la nariz roja y los ojos llorosos por la gripe como de la ilusión que le hacía lo que dijeron sus padres, abrió la boca para decir algo, pero su padre la interrumpió.

· Señorita, esos no son modales en la mesa. - dijo con tono amable y burlón.

Todos los comensales se rieron.

· ¿Enserio iremos a la casa de Marbella?

Su padre con una sonrisa asintió.

Agatha agachó la cabeza con miedo de que alguien viera que estaba a punto de llorar. Maximiliano la miraba con ternura, estaba feliz por su amiga, su padre no había cambiado, seguía queriéndola, le obligó a ir incluso estando enferma porque quería comunicarle la noticia. Era obvio que la iba a echar de menos, pero verla tan feliz lo compensaba todo.

· Habíamos pensado que Maximiliano podría venir, y las chicas por supuesto. - dijo Margot dirigiéndose a los señores Mozzi.

Tanto Agatha como Maximiliano giraron la cabeza con rapidez sorprendidos por lo que acababan de escuchar.

· Oh, sin duda es una gran idea. Unos días de descanso os vendrá bien, ¿no es cierto? - se dirigió a sus hijos.

· Marbella... nunca he estado. Dicen que es espectacular, con los mejores diseñadores de moda del país y con gente de buena familia, me apetece mucho ir. - dijo Lorenza, la mayor de las hermanas.

· ¿Enserio? Entonces yo también quiero ir. - dijo después Gabriela, la mediana.

Carina, la señora Mozzi, se giró a ver a su hijo. Sin embargo, Agatha habló primero.

· ¿puede venir Maxi? Digo, Maximiliano. - dijo mirando a su madrastra y a su padre con un tono inocente y calmando pensando que había entendido mal porque no acababa de creérselo.

Ambos asintieron sonriendo.

· Bueno, si él quiere, claro. - dijo Margot con dulzura.

· ¿qué dices Maximiliano? - insistió el señor Rivera.

La cara de Agatha giró inmediatamente a su amigo, sus ojos brillaban y su cara expresaba ilusión y ganas de gritar de la felicidad.

Maximiliano nunca se había sentido tan observado, todos y cada uno de los allí presentes le estaban mirando. Hacía mucho que no se sentía tan avergonzado. Le costó procesar todo lo que estaba ocurriendo. ¿un viaje? ¿con Agatha? ¿él?

Balbuceó por un segundo, pero al ver la cara de su amiga encontró las fuerzas necesarias para ordenar todo por fin en su cabeza y dar su respuesta.

· Sería un gran honor poder acompañarlos. - dijo rotundamente

Agatha conoce a Maxi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora