La cara de la señora al ver aquella escena, su nieta en camiseta interior y a un extraño joven junto a ella, hizo que fuera un cuadro.
· ¿se puede saber qué demonios está ocurriendo aquí? - y seguidamente fingió exageradamente que le faltaba aire.
· ¿abuela? - la cara de Agatha se descompuso.
· ¡¿abuela?! - dijo asustado Maximiliano mirando la cara de espanto de su amiga.
La señora se apoyó en su bastón y exageró cada uno de sus movimientos. Era como si se fuera a morir ahí mismo.
· Oh, Santo cielo, ¿qué he hecho para merecer esto? ¿mi nieta? ¡mi única nieta! Ah... me voy a desmallar aquí mismo... - se decía así misma.
· ¡Abuela! - Agatha se dirigió a ella.
· ¡Agatha tu ropa! - le detuvo Maximiliano recordándole que estaba en camiseta interior.
· Oh, Dios. - y con toda la rapidez del mundo se vistió ahí mismo. Al segundo ya estaba lista – abuela... es todo un malentendido...
· ¡¿qué?! ¿te parezco tonta niña? - se volteó a mirar a su nieta con rapidez y ojos de enfado, después miró al joven italiano – Dios mío, sigue ahí...
· ¡abuela! Puedo explicarlo.
· no me lo esperaba de ti ah, señor, qué va a ser de estaba familia, mi legado, mi herencia, el apellido... por qué me castigas así señor - siguió exagerando la señora.
· Abuela déjame hablar...
· Calla, calla, no quiero que me mientas en la cara cuando yo misma os he visto haciendo actos lujuriosos
· ¡abuela! - gritó Agatha algo avergonzada.
La cara de Maximiliano era un cuadro al oír aquellas palabras. Se mantuvo en silencio.
· Oye abuela, no está bien que mientas así, no estábamos haciendo nada... este es Maximiliano Mozzi, un buen amigo, y aquí... solo me estaba cambiando, entiendo que no te parezca correcto, pero...
· ¿que no me parezca correcto? ¡¿que no me parezca correcto?!... espera, ¿Mozzi? ¿has dicho Mozzi? - la cara de su abuela cambió al segundo, pasó de un espanto desmesurado a un gesto confuso y mucho más calmado.
La señora se giró a ver al muchacho y con su intensa mirada le pasó los ojos de arriba abajo.
Maximiliano sintió terror.
· ¿Este es el famoso Maximiliano? - le habló a su nieta sin quitarle los ojos de encima al joven italiano. Como no obtuvo respuesta de Agatha, que no entendía nada, se dirigió a él. - tú muchacho.
· S-sí señora. - dijo Maximiliano con voz temblorosa y lleno de nervios.
· ¿eres Maximiliano Mozzi? - dijo con voz potente.
· Sí señora. - hizo una reverencia bastante educada para lo nervioso que estaba él.
· Mmm, ¿y qué se supone que estabais haciendo mi nieta y tú?
Maximiliano alzó la mirada encontrándose con sus temibles ojos. Le temblaban las manos. Tragó saliva.
· Como le ha dicho su nieta, ella se cambiaba de ropa, señora - dijo con toda la sinceridad del mundo. No valía la pena mentir, cualquier excusa no justificaría la escena tan bochornosa que había presenciado aquella señora.
Cayetana París se mantuvo callada por unos segundos que se le hicieron eternos a ambos jóvenes.
· Abigail, ¡Abigail! - gritó la señora.
Al segundo, llegó algo agitada una doncella de pelo moreno.
· Sí, señora.
· Llévame a mi cuarto de inmediato.
· Sí, señora. - dijo la doncella a la vez que ofrecía su brazo donde se apoyaría la señora para ayudarla a caminar.
· Ya hablaremos. - dijo desafiante la abuela a su nieta y a la vez miraba de reojo al joven Maximiliano con cara de pocos amigos.
Una vez se fueron. La habitación se quedó en un silencio sepulcral.
Finalmente, Agatha se volvió a ver a su tímido amigo. Él la miró a ella con ojos aún asustado y de no entender qué había pasado.
· Mi abuela.
· Encantadora.
· Mucho.
Ambos asintieron sin saber qué hacer y algo incómodos.
· Eh... ¿vamos a ver si las galletas ya han enfriado? - sugirió Agatha.
· Bien – dijo Maximiliano con rapidez debido a que quería salir de aquella habitación cuanto antes.
Y ambos se dirigieron a la cocina.
Los dos jóvenes acabaron en el establo, junto a los caballos. Estaba vacío que era lo que les interesaba ya que no querían encontrarse de nuevo con doña Cayetana.
Agatha forzó estar normal y de vez en cuando hablaba sobre algún tema trivial, sin embargo, Maximiliano estaba más callado de lo normal.
· Mmm, está riquísima - dijo Agatha con emoción al probar una galleta. - nos han quedado genial.
· Esa es mía. - dijo señalando sus galletas con forma perfecta. - las tuyas son esas - miró unas galletas amorfas y con aspecto poco apetitoso.
· Quería que tuvieran forma de letras para hacer nuestro nombre... -dijo algo decepcionada.
Maximiliano sonrió mientras le daba un mordisco a una galleta.
· Tu abuela... ¿se enfadará mucho contigo? - dijo finalmente Maximiliano. Se había guardado la pregunta mucho tiempo y necesitaba soltarla.
Agatha suspiró y miró a un lado.
· No lo sé. Mi abuela puede ser a veces muy exagerada. Tiene una mente muy cerrada, le costará recuperarse de lo que vio. Sin embargo, que se fuera sin decir nada apenas no es propio de ella – Agatha adoptó una cara pensativa y frunció el ceño y mordisqueó su galleta - alguien le habló de ti. - Maximiliano escuchaba atentamente. - Yo le hablé de ti por cartas, pero ella nunca las lee. No creo que haya sido eso... - siguió pensando.
· ¿no las lee? - dijo un Maximiliano algo sorprendido porque su amiga haya hablado de él por cartas, se le escapó una sonrisa de alegría.
· No... no tiene tiempo para esas 'tonterías' - dijo Agatha con una mueca de no importarle mucho – aunque no las leas, no quiero perder el contacto con ella, casi ni la veo, así que le sigo enviando cartas... es la única familia por parte de mi madre que sigue en contacto.
· ¿de tu madre? - dijo su amigo algo sorprendido.
Ella asintió mientras masticaba una galleta y hablaba a la vez.
· Sí, de mi madre. Aunque sea algo dura, estricta y severa no quiero perderla. Aparte me gusta lo fuerte que es, es un referente para mí. Se quedó viuda muy joven y tuvo que hacer frente a una sociedad dura y a criar a una hija ella sola. - dio otro mordisco a su galleta. Y suspiró - y soy su única nieta, solo le quedo yo.
Maximiliano no dijo nada, se quedó pensando.
· Maxi...
· Dime
· ¿Te gustan los caballos? – cambió de tema la joven mientras acariciaba la cabeza de uno.
· Sí - sonrió mientras miraba al caballo.
· Y sabes montar bien, ¿no?
El joven volvió a asentir. Aunque esta vez se giró a su amigo con cara interrogativa.
· ¿por qué lo preguntas?
· Por nada – dijo la joven con ojos brillantes. Algo tramaba.

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Agatha conoce a Maxi.
RomanceAgatha y Maxi, dos amigos aristocráticos cuyo amor traspasará los muros de la sociedad de principios de siglo 19.