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Pasaron seis largos años.

Maximiliano se había convertido en un apuesto joven de 22 años, con su moreno de piel natural que tanto impresionaba y llamaba la atención entre los pálidos ingleses, un cuerpo atlético y su porte elegante propia de una persona importante.

Licenciado en económicas y finanzas en la universidad Oxford. Le habían ofrecido varios y jugosos puestos de trabajo que nadie rechazaría, pero en ese momento, Maximiliano solo quería tomarse un respiro, ver a su familia y pasar el verano en casa, en las Fraguas.

Lo echaba de menos, el clima, la comida, los paisajes, la gente, el ambiente... necesitaba volver y salir del mundo de los números y el dinero.

Decidió volver con su mejor amigo de la universidad, Roberto Antonio García Castillo, un joven rico amante del dinero y las mujeres que solo ingresó en la universidad por obligación de su padre y que logró graduarse gracias a la ayuda de Maximiliano y a muchas noches en vela estudiando.

El ritmo de vida de su amigo no era para nada parecido al de Maximiliano, él era gracioso, extrovertido, no callaba nunca, amaba las fiestas y el alcohol, sin embargo, habían sido compañeros de habitación y con el tiempo afianzaron una estrecha amistad.

Debido a su mala relación con su familia y las pocas ganas de volver a su casa suplicó a Maximiliano que le llevara con él a pasar unas semanas en su casa. El italiano no pudo decir que no.

A medida que llegaban a Las Fraguas el joven Roberto miraba asombrado por la ventana del coche el paisaje.

- jamás pensé que sería tan bonito el norte - dijo mientras se le consumía el cigarrillo que tendía en la mano.

- es precioso - añadió Maximiliano alegre y triste de haber vuelto por fin.

- el sur no tiene nada que ver, no quiero decir que no sea precioso, pero esto es diferente, las montañas y... los árboles, qué son, pinos ¿no?

El italiano asintió divertido con cómo se expresaba su amigo andaluz.

- pues eso, es muy bonito - se recostó en su asiento - no entiendo por qué insistías en quedarte en la fría Inglaterra en vacaciones pudiendo venir a este precioso paraíso - dijo mientras le daba una calada a su cigarrillo.

Maximiliano se mantuvo callado sin dejar de mirar por la ventana, sin embargo, sus ojos contenían un deje de tristeza.

- volví el primer año por navidades

- cierto - le miró - y volviste peor de como te fuistes, triste y deprimido - hablaba con toda confianza - me acuerdo que parecías un don nadie con el corazón partido - rió y Maximiliano solo sonrió levemente mientras no quitaba la vista de la ventana.

El joven sólo había vuelto en la primera Navidad con esperanzas de ver a su amiga, pero le dejaron claro que ella no volvería. Acabó por aceptarlo, con mucho esfuerzo decidió no regresar, centrarse en sus estudios e intentar superarlo.

Sin embargo, no hubo un día donde Maximiliano no pensase al menos un segundo en su amiga.

- ¿la veremos? - la voz de Roberto le hizo volver a la realidad.

- ¿perdona? - dijo algo avergonzado.

- que si la veremos.

- ¿a quién?

- a la chica misteriosa, la que te rompió el corazón.

Maximiliano se le quedó mirando por unos segundos algo sorprendido.

- no lo creo - volvió la vista a la ventana algo apenado.

- quillo, sí que te partió el corazón. ¿Sabes qué se dice en mi pueblo? un clavo saca otro clavo.

Agatha conoce a Maxi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora