Los demás días transcurrieron de igual forma. Quedaban, se divertían y poco a poco se hacían más amigos.
Un día corriente, mientras paseaban por el jardín de la casa de ella, una de las empleadas se dirigió a Agatha.
· Siento molestar señorita, pero tengo una noticia que creo que le puede interesar mucho.
· Dime – dijo la joven con curiosidad
· Viniendo de hacer unos recados, he visto movimiento en la casa de la señorita Herranz. A lo mejor...
· HA VUELTO, AURORA HA VUELTO – gritó Agatha con mucha energía e inmediatamente salió corriendo.
Maximiliano con los ojos como platos después del susto que le dio los gritos de Agatha se quedó sin reaccionar por un momento. Agatha volvió a por él, le agarró del brazo y lo arrastró
· VAMOS, DATE PRISA
Como siempre, el joven se dejó llevar.
Agatha gritaba y reía de felicidad mientras corría hacia la casa de Aurora. Maximiliano la seguía por detrás sin comprender el porqué de tanta euforia.
Llegaron, había muchos camiones y empleados en constante movimiento. Estaban tan ocupados que ni se percataron de la presencia de dos muchachos aristocráticos.
Jadeando, pero con la sonrisa en su boca, Agatha miraba a todos lados en busca de su buenísima amiga Aurora.
Maximiliano miraba el ajetreo de empleados algo confuso.
· ¿Dices que tu amiga ha regresado de su otra casa?
· Sí.
· ¿Y por qué parece todo lo contrario?
Agatha algo despeinada de haber corrido se giró y le miró con extrañez.
· ¿cómo?
· Mira, los empleados no están trayendo cosas, se las están llevando.
La joven de ojos marrones dejó de buscar una cara y se concentró por primera vez en lo que hacían los empleados. En efecto, estaban cargando los camiones de cajas y muebles. Se extrañó. No entendía qué estaba pasando.
· Parece, una mudanza.
· ¡¿qué?!
Agatha empezó a ponerse nerviosa.
· Por qué iba a ser una mudanza. Dónde está Aurora. ¡Dónde está!
Empezó a caminar, se acercaba más y más al montón de empleados.
Maximiliano fue con ella con la intención de pararla y un tanto preocupado.
· Perdón, ¿sabe dónde puedo encontrar a la señorita Herranz? - preguntó Agatha a un corriente empleado.
Este la miró confundido,
· Als?
· ¿perdón?
Entonces el empleado algo enfadado porque estaba perdiendo el tiempo con una niña le empezó a regañar en su idioma a lo que Agatha ni se inmutó pues no sabía qué decir
Inmediatamente entra en escena Maximiliano quien se coloca entre medias y pide disculpas al empleado en su mismo idioma, finalmente este continua con su trabajo.
· ¿Estás bien?
· ¿qué ha pasado?
· Son alemanes.
· Cómo que alemanes.
· Mira, en los camiones pone el nombre de la empresa.
Agatha miró, pero no sabía alemán. Sin embargo, seguía viendo cómo se llevaban las cosas de la casa de Aurora.
· ¿Es una empresa de mudanza? - dijo ella con los ojos llenos de lágrimas
Maximiliano la miró seriamente y asintió levemente con la cabeza.
Agatha arrugó la cara.
· No puede ser, no puede ser. - dijo ella para sí misma.
En ese momento, la joven se puso en marcha.
Sorprendido, Maximiliano la siguió preocupado de lo que pudiera hacer.
Agatha corrió hasta la parte de atrás de la casa, observaba lo que empacaban y se llevaban a dentro de esos grandes camiones.
De repente, su mirada se paró e inmediatamente gritó
· ¡señora Agustina!
Una señora adulta se giró y abrió los ojos al ver a Agatha. Se trataba de la tutora de Aurora y ama de llaves de la casa.
· Cariño mío, ¿qué haces aquí?
· Señora Agustina, dígame que esto no es más que un malentendido y que Aurora no se va ninguna parte, que seguiré viéndola todos los días y que creceremos juntas hasta el fin de los días cómo siempre nos prometimos...
· Cariño. - le cortó la señora - debes ser fuerte querida Agatha. Yo también me llevé una terrible decepción al enterarme de que la familia Herranz se muda a Alemania de emergencia. Ellos ya están ahí y por el momento no regresarán a España. Siento mucho que te hayas enterado de esta manera. Tenía pensado ir a tu casa a comunicar de la noticia yo misma. Créeme que la señorita Aurora le ha dolido mucho no haberse podido despedir de ti. Debes ser fuerte querida Agatha.
Agatha estaba petrificada. No lograba procesar toda la información que acababa de recibir. De sus ojos caía un sinfín de lágrimas, pero siguió sin decir nada.
Maximiliano por detrás contemplaba la escena. No conocía a Aurora, pero era consciente de que era alguien muy importante para Agatha ya que ella le contó muchísimas historias y aventuras que habían vivido ellas dos juntas, sus soñados planes del futuro juntas, lo mucho que repetía que la apreciaba y de que tenía muchas ganas de presentársela para poder ser buenos amigos los tres.
Al verla llorar sintió algo por dentro que le incomodó, una sensación extraña que nunca había sentido. No quería seguir viéndola llorar, pero tampoco sabía qué hacer.
Entonces el muchacho se acercó, la cogió del brazo y dijo con suavidad:
· Vamos, es hora de regresar a casa.

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Agatha conoce a Maxi.
RomanceAgatha y Maxi, dos amigos aristocráticos cuyo amor traspasará los muros de la sociedad de principios de siglo 19.