-17-

82 7 0
                                    


Entró de un salto a la comisaría. Corrió. Siguió corriendo. Jadeaba. Hace unos minutos el cansancio acumulado podía con él, pero el hecho de saber que su amiga había sido encontrada y le esperaba en la comisaría hizo que una desorbitante energía naciera de su interior. Agatha. Agatha. Maximiliano repetía una y otra vez el nombre de su amiga mientras corría por el pasillo de la comisaría. Llegó. Y como si de un potro desbocado se tratase entró en la pequeña sala donde se encontraba su amiga.

Ahí estaba. Sentada en un sofá. Con la mirada en la nada mientras sujetaba una taza de café. Inmediatamente los ojos de Maximiliano se inundaron de lágrimas.

· A-agatha – su voz afónica de haber estado gritando toda la noche interrumpió lo que sea que estuviera pasado en ese momento.

Agatha lo miró y entrecerró los ojos a la vez que se ponía a llorar.

· Maxi... - su voz se rompió debido al llanto.

El italiano se acercó a ella, sus piernas le fallaron y cayó de rodillas delante de ella, después le abrazó las piernas apoyando su cabeza en su regazo dejando correr sus lágrimas.

· Maxi...

· Dónde te habías metido...no sabes lo preocupado que estaba... - dijo con la voz rota.

Agatha nunca había escuchado a su amigo así. Se separó de él y le vio detenidamente la cara. Nunca le había visto en ese estado. Estaba despeinado, olía a café y a sudor, tenía los ojos rojos e hinchados, la cara mojada de lágrimas, su ropa arrugada... a duras penas parecía su amigo.

Maximiliano clavó sus ojos en ella. Le acarició la cara para asegurarse de que era ella de verdad y no lo estaba soñando. Estaba sucia, olía a sudor, sus rizos se encontraban deformados y desordenados, una de sus rodillas sangraba y su pálida cara junto con sus tristes ojos llenos de lágrimas reflejaban la pesadilla que había sufrido aquella noche.

La volvió a abrazar con fuerza.

Tras dejarles unos minutos, el comisario carraspeó para dar paso a lo que tenía que decir.

· Señorita Rivera, ya hemos comunicado a su padre de su encuentro. A pesar de que nos hubiera gustado hacerle unas preguntas sobre lo ocurrido esta noche, me temo que la impaciencia de su padre por verla nos lo impide. Yo mismo los acompañaré en uno de nuestros coches hasta la villa de inmediato.

La joven asintió mirando al suelo. Padre debe de haber estado muy preocupado. Tenía muchas ganas de ver a su familia.

Agarrada de la mano de Maximiliano todo el tiempo, abandonaron la comisaría, montaron en el coche y regresaron al fin a la villa.

Eran casi las 6 de la mañana. El amanecer sería pronto. Tanto Agatha como Maximiliano se habían quedado casi dormidos en el coche. Ambos estaban exhaustos, pero las ganas de ver a su familia mantuvieron a Agatha despierta. En el caso de Maximiliano fue el miedo de volver a perder a su amiga lo que hizo que no bajara la guardia. Mientras ella dormía él la envolvía en sus brazos a modo de protección.

Llegaron a la villa. Había un grupo de gente esperando en la entrada. Margot, la señora Sabadell y las hermanas Mozzi y un par de empleados de la casa esperaban expectantes al regreso de la señorita.

A Maximiliano le había costado soltar la mano de su amiga, pero era obvio que debía hacerlo una vez bajaran del coche, ella le sonrió dulcemente dejándolo más tranquilo.

El reencuentro de Agatha con Margot fue dramático y lleno de llanto. Con la señora Sabadell no fue menos, esta se sentía muy culpable de haberse ido de compras en lugar de acompañarla al paseo. En realidad, todos se sentían culpables, pero en especial Maximiliano.

Agatha conoce a Maxi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora